Es tradicional cierto tipo de pique entre los distintos pueblos sobre quien tiene un clima más especial, temperaturas más altas o bajas y, sobre todo, a quien le llueve más o menos. En otros tiempos serian meras conversaciones de bar, muchas veces sin datos objetivos, pero ahora tienen el respaldo de las estaciones oficiales y de aficionados y las redes sociales, especialmente los grupos de whatsapp o facebook. Voy a centrarme en el tema de lo que yo llamo la envidia pluviométrica. Esta circunstancia, presente todo el año y en todos los lugares con disimetrías pluviométricas acusadas por culpa del relieve, es especialmente intensa en los meses estivales. En las provincias de Castellón, Valencia, Alicante y Murcia la lluvia estival es casi siempre un bien escaso pero es además especialmente irregular. Las tormentas son más propias de zonas de interior y las lluvias cálidas son más típicas de zonas litorales, pero son tremendamente injustas, porque a unos los cargan de agua y a veces indeseado granizo y a otros prácticamente contiguos los dejan a dos velas. No es una cuestión de desigualdad provincial o comarcal, a veces se da entre barrios y partidas de un mismo municipio. No solo es que un día llueva mucho en un sitio y nada en otro, sino que, con recurrencia, unos barrios son favorecidos varias veces muchos días y otros ninguna, y eso desespera a unos y genera hilaridad en otros. En mi zona de influencia conozco barrios donde varias tormentas han dejado más de 70 o 100 mm en agosto, y barrios con mucho menos y pueblos casi a 0 en todo el mes.

En esa distribución caótica, que tiene justificaciones pero que no siempre son fáciles de prever, las previsiones meteorológicas automáticas y los avisos oficiales suelen quedar bastante mal, porque no pueden quedar mejor. En espera de unas lluvias otoñales irregulares pero más generales y un poco más justas, algunos estamos contentos y otros siguen desesperados.