Les hablaba de la reforma y de la austeridad de las iglesias luteranas, solo rota, normalmente, por escudos de las principales familias de la ciudad. En la catedral luterana de Tallin, uno de los escudos nobiliarios de la nave lateral exhibe una palmera. Curioso símbolo para una familia báltica y que se explica por su presencia en Tierra Santa con motivo de las cruzadas. El luteranismo abolió los altares laterales y eso, junto a la mentada austeridad, limitó la demanda de cuadros religiosos, especialmente de santos. Pero en la catedral de Estocolmo, hay una curiosa pintura: el Vädersolstavlan. Primero porque su temática no es religiosa. Se trata de la primera representación de la ciudad de Estocolmo y la singularidad se incrementa porque en el cielo aparece un parhelio. Un parhelio (del griego para-helios, semejante al sol) consiste en uno o dos pequeños resplandores que surgen a los lados del sol en presencia de cirros, las nubes altas, formadas por cristales de hielo y que tienen un característico aspecto filamentoso. Los cristales de hielo reflejan parte de los rayos solares y por eso surgen los mencionados brillos laterales, siempre menos intensos que la propia estrella. Se forman especialmente al amanecer y al atardecer, con el sol bajo sobre el horizonte.

El parhelio representando en el Vädersolstavlan cumple la norma y tal como indica la inscripción en la base, tuvo lugar entre las siete y las nueve de la mañana del 20 de abril de 1535. La pintura no es la original sino una copia hecha en 1636. Al hallazgo contribuyó una técnica usada en climatología, la dendrocronología, es decir, analizar los anillos de los árboles. El estudio determinó que la edad del anillo más antiguo en el soporte del cuadro es de 1618, por lo que no podía ser el original de 1535.