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Diablos y detalles

El otro día, Quim Torra nos deseaba suerte, a los españoles, en el intento de desmontar o redefinir el mausoleo franquista del Valle de los Caídos. Bonito intento de desvincular a Cataluña de todas las infamias que sufrimos o alentamos durante los tres años de guerra, los cuarenta de franquismo y la otra cuarentena de democracia vigilada, pero no cuela el detalle.

Cataluña se implicó con alma, corazón y vida, que dice el bolero, en la épica guerrera y en la resistencia, en los arreglos y enjuagues que, unos más que otros, tuvimos que hacer para sobrevivir. En las colusiones y choques con el franquismo y sus bribones. No pocos padres de la patria (catalana) hicieron negocios con licencias y patentes expedidas por los de la camisa azul y el bigotito fino (con la otra mano les escanciaban unos duros a Jordi Pujol, a los monjes de Montserrat). O agradecieron la recuperación de las fábricas con un hijo en la División Azul y otro en el Requeté, incluidos los Martí de Riquer.

Nada que no se sepa, pero conviene recordarlo porque el diablo está en los detalles. Por ejemplo en el hecho de que Carles Puigdemont eligiera Flandes y Alemania -los dos puntos calientes del imperio de los Austrias- para decir aquello tan bonito de «nosotros tampoco somos españoles». Afirmación que mira, retrospectivamente, a una época en que no había nación española (ni catalana), no la hubo hasta las Cortes de Cádiz.

Me repito mucho: nunca tuvo Cataluña más resortes de poder y prestigio que cuando funcionaba como Estado no declarado, con una referencia nacional propia pero flexible para integrar a sus minorías, como se integraba Cataluña en el conjunto de España. O como dijo Manuel Vázquez Montalbán: «Sóc un jueu alemany que escriu a Praga». Mientras Pedro Sánchez pone el ventilador, otros tratan de calentar el ambiente en la esperanza de que un puñado de víctimas, que siempre son inocentes o eso dicen, encienda esta calma tan veraniega -tan mariquita, dirán los espíritus legionarios- y la hemorragia exija cirugía mayor. A ver si llueve de verdad.

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