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Desde el amor

Ayer asistí a la presentación del libro Anatomía del procés, editado y escrito entre otros muchos autores por Joaquim Coll, Ignacio Molina y Manuel Arias Maldonado. Manuel Valls quien también había participado escribiendo el prólogo del libro había confirmado su asistencia y a pesar de la lluvia monzónica y de que en la sala hacía una mezcla de calor y frío más propia de Nueva Dehli que de Barcelona, un centenar de personas y numerosos medios de comunicación tanto españoles como franceses esperaban la llegada del ex primer ministro francés en la Casa del Libro de Rambla Catalunya numero 37. Era su primera aparición pública desde antes del verano.

La obra que presentaban, un compendio de artículos escrupulosamente respetuosos con todo lo sucedido desde la reprobación del Estatut hasta nuestros días, tenía intención de ordenar ideas y arrojar algo de luz a todo lo sucedido en la Catalunya del Procés. «Podrían leerlo los independentistas porque no hay nada que pueda herir la sensibilidad de nadie», aseguró J. Coll.

Algunos autores del libro: Astrid Barrio, Pau Marí-Klose, Ignacio Molina, Aurora Nacarino-Brabo, Claudio de Ramón y Manuel Valls explicaron el proyecto y respondieron a algunas preguntas formuladas por la audiencia dejando patente que apuestan por un catalanismo de corte europeísta. Se hizo alusión a la Barcelona de Picasso y de Miró. A la Barcelona abierta de los setenta en la que muchos escritores latino americanos se exiliaban. Una Barcelona cero hispanofóbica y muy avanzada para la época. La visión abierta e integradora de las voces de estos escritores y en especial la del carismático señor Valls podría sintetizarse en la siguiente frase: «Catalunya debe volver a mirar al mundo». A diferencia del año pasado, ahora ya no nos sentimos tan solos, subrayaron.

Volví a casa paraguas en mano y con las botas empapadas y algunas frases rondándome en la cabeza. Si queremos realmente solucionar algo hay que separarse del conflicto para tener una visión más clara de la situación. Y para ello hay que dejar el miedo de lado. Salir a la calle a pelear verbalmente, con banderas, o quitando o poniendo nada, en este caso me refiero a los famosos lazos amarillos, es un gran error. Debemos estar por encima de todo eso.

Sin miedo

La única manera de solucionar las cosas es desde el Amor. Entendiendo el Amor como la No Mente. La cuestión es si queremos o no resolver algo o por el contrario ya nos hemos acostumbrado a este callejón sin salida y a la excitación que a algunos les produce. Tenemos que elegir, y no es una elección única. Son millones de elecciones en el día a día. Ahora mismo todo está planteado en términos absolutos, o ganar o perder, comentó Manuel Arias Maldonado en un momento de la presentación. Si un bando gana, el otro pierde. No puede ser, todos tendremos que perder un poco, afirmó.

Y es cierto. No hay diferencias entre los independentistas y los unionistas, ni siquiera a nivel ideológico. No podemos decir que unos sean de izquierdas y otros de derechas porque mentiríamos. En realidad todos tenemos problemas parecidos. Todos sufrimos y gozamos con cosas parecidas y nos enfrentamos a la vida, en definitiva, de manera parecida. El problema es que la mayor parte del día estamos inmersos en la parte más analítica de la mente, diría yo. La que dice esto es mío, esto es tuyo. La más analítica, y la más reactiva. Por eso nos enfadamos con facilidad. Este asunto debe solucionarse desde el Amor, desde el Respeto, el Diálogo y la Convivencia. Y para ello hay que dejar de actuar desde el miedo. Al finalizar el evento, varias personas comentaron emocionadas, lo agradable que había sido recibir por fin una bocanada de aire fresco.

Esta mañana me tomé un café en el bar de siempre y me topé con mi vecino independentista de 83 años. ¿Qué le parecería a él lo que pasó ayer en esa presentación? Es uno de los más viejos del barrio. Él sabe que yo soy española. Al verme me soltó un piropo. A su edad sigue siendo todo un seductor, y yo también aproveché para decirle lo guapo que le veía. Llevaba el lacito amarillo en la solapa de la camisa. No hablamos de política. Probablemente si lo hiciéramos terminaríamos enfadados. Pero dejamos claro que nos apreciamos a pesar de sentir y ver las cosas de forma distinta. La convivencia es posible. Depende de nosotros.

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