Lazos: dicen los de Ciudadanos que lo mismo es poner que quitar, ir que volver, meter que sacar. Y la verdad es que no. Dicen que poner lazos amarillos y quitar lazos amarillos es lo mismo (libertad de expresión), aunque sea lo contrario. Según este modo de pensar, y cuando llegan las elecciones, unos partidos políticos podrían pegar sus carteles y colocar sus mensajes basándose en la libertad de expresión, mientras que otros podrían arrancarlos o borrarlos basándose también en la libertad de expresión. Si se tratara de una tertulia, sería igualar el hablar con el chillar mientras el otro habla. Pero no es así: los que ponen lazos se expresan libremente y los que los quitan también se expresan (porque eso es inevitable), pero lo que expresan es que no quieren que los otros se expresen libremente. Si tanto les ofenden los lazos amarillos no tienen más que colocar lazos naranja o limitarse a decirlo. Dicen también los de Ciudadanos, en concreto Mari Carmen Sánchez, su portavoz en les Corts, que «la calle es un espacio de todos y, por lo tanto, tiene que estar libre de simbología política». Lo dice y se queda tan pancha. Según ella, se deduce ad absurdum que la simbología política queda para el ámbito privado, doméstico, individual, íntimo: vamos, que uno no puede colgar una bandera de Ciudadanos en el balcón, sino contentarse con calzarse unas bragas naranja. Ocurre, sin embargo, por contra y al revés, que los espacios de todos son los públicos y que la política tiene que ver, se expresa y se alimenta de lo público y en lo público, en lo de todos. Nos anunciamos en la calle, nos manifestamos en la calle, nos encontramos en la calle. -¡Que se calle!, y ya me callo.

Escribieron Felipe Guardiola y Enrique Linde que «la creación de una Comisión de la Verdad es un insulto a la inteligencia pues el menos inteligente de los ciudadanos sabe que no puede haber una única verdad en una sociedad democrática y pluralista: los que postulan dicha Comisión son los partidarios del pensamiento único que cualquier demócrata debe rechazar». Debo ser tonto porque yo les juro que sólo les diré la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad. Elvis vive, i si m´enganye, m´equivoque.

Septiembre es un mes mentiroso. Volvemos al trabajo o al paro, volvemos al gimnasio, al cole, al inglés, a los coleccionables de Salvat, volvemos a los buenos propósitos y a las clases de yoga. Sabemos sin embargo, como dice Llucia Ramis en Las posesiones, que «crecer consiste en esto: no tener adonde volver». El río ya es siempre otro, aunque le llamemos río. (Ya que esto parece una casa de citas, apunten esta otra de Ramis: «La culpa es el dolor de la memoria»).