Junto al teatro de grandes textos y cabezas gloriosas que los pronuncian, siempre ha habido otras formas dramáticas que pasan por la magia y la acrobacia, los payasos y el guiñol (¡Párate ahí que te sacudo!). El MIM de Sueca pertenece a este segundo género y está dedicado, de modo especial, a la danza. Siempre tuvo danza, pero ahora más. Y me parece perfecto. Cuando le dieron el nobel a Dario Fo, L´Osservatore Romano, le arreó al bufón: faltaba substancia literaria, por lo visto, pero para nada la necesitaba el dios de la comicidad, el señor de la plaza.
Con el MIM, la paella, la Albufera, el arrozal, Ca Fuster, la producción literaria y la audacia sexual, Sueca se ha amasado un cierto poder blando, incluso hay gente que se queja de que Ca Fuster no esté abierto en agosto, urgencia cultural que no se produciría con una buena política de suplencias y becarios (retribuidos) para que los fijos puedan coger vacaciones. También Bellas Artes cierra en Semana Santa, o cerraba hasta hace poco. Es la famosa prioridad cultural.
Joan Santacreu ha heredado el talento organizativo de Abel Guarinos para conservar y acrecer el rico legado del MIM, mientras llevaba su propia compañía -Maduixa- a una altura muy considerable. Y la danza siempre fue una de las tareas destacadas de otro suecano -Manel Chaqués- como programador cultural.
Consulten el programa, es demasiado extenso para embutirlo en una columna, me saldría preñada. La danza, lo que también quiere decir música, un arte purísimo que secuestró, y lo comprendo, a Carlos Saura. El arte de Sol Picó, que también viene a Sueca. Veo que en el programa se infiltran signos de corrección política «incluído el amor entre personas del mismo sexo». Cuidado, el arte no es el sindicato. Una vez tuve en la tele un becario deslenguado que le decía a otro becario abrumado por la desgracia en el amor: «Pues si las mujeres te causan problemas -dijo el deslenguado- hazte gay». Dudó un momento y añadió: «?y tendrás más».
