Hubo que esperar al año 2006 para que, tras la reforma del Estatuto de Autonomía, se reconociera la capacidad de disolución plena de Les Corts Valencianes y la convocatoria de nuevas elecciones por parte del president de la Generalitat. La peculiar forma por la que en su día accedimos a la autonomía, hizo que nos dejáramos en el camino, entre otras cosas, esta importante prerrogativa. Siempre nos quedó esa inquietud de no poder celebrar las elecciones autonómicas al margen de las municipales. Hace unos días, el president, Ximo Puig, decía a través de una entrevista en este mismo periódico que en algún momento habría que cambiar eso para singularizar a la Comunitat. Y tiene razón. La duda es si hacerlo en esta legislatura. Una decisión difícil y no exenta de riesgos. Pero así es la política. No obstante, hay algo fundamental como es el hecho de contar con un president de la Generalitat que valora la importancia de singularizarnos mediante una convocatoria electoral genuina. Llama la atención que importantes referentes políticos, fundamentalmente de algunos partidos de izquierdas, no se sumen a esta idea. De hecho, defrauda que renuncien a defender un adelanto electoral en estos términos.

Cuando nos encontramos a tan solo ocho meses de las próximas elecciones municipales, no faltan voces, entre las que se encuentran Compromís y Podemos, que señalan que no es conveniente adelantar las autonómicas puesto que únicamente se ganaría unos meses de diferencia; ello, unido al hecho de que el pacto del Botànic ha funcionado razonablemente bien y todavía quedan algunas leyes importantes en fase tramitación, lo que no deja de ser un argumento de peso que ayuda a sostener la idea de llegar hasta el final de la legislatura. No obstante, conviene insistir que en el actual contexto, un adelanto electoral no sería la respuesta a una situación de inestabilidad política sencillamente porque no existe tal situación.

Por otro lado, también han surgido opiniones que vinculan la idea de un adelanto electoral con cuestiones de carácter partidista como por ejemplo, que éste podría estar motivado por las expectativas que las últimas encuestas estarían generando sobre el PSPV. Sin embargo, y en ese sentido, cabe pensar que las razones que subyacen a la negativa de otras formaciones políticas también lo son, puesto que, el tiempo podría jugar a su favor. En cualquier caso, el pacto del Botànic es un acuerdo de gobierno, no se trata de una coalición electoral. Por ello, resulta inevitable que cada una de las formaciones políticas que lo integran, vele por sus propios intereses electorales. Algo tan lógico como legítimo que, de alguna forma, podría complicar las cosas de aquí hasta mayo en el caso de que no se adelanten las elecciones. Un dato a tener en cuenta también.

Así, tan razonable puede ser adelantarlas como agotar la legislatura. Sin embargo, hay que reconocer que, singularizar a la Comunitat celebrando las elecciones autonómicas al margen de las municipales no deja de ser una deuda histórica.