Enn política, hay dinero para lo que se quiere. Para el soterramiento de las vías o para la sanidad, que se deteriora a la carrera. El trance depende del reparto. Somos tierra de monocultivo. El monocultivo de esplendor fue en el siglo XX la naranja. Cultivo, exportación de cítricos,transporte e industrias complementarias. Antes la seda, no tan extendida ni generalizada. Con la naranja convivieron el vino y el arroz. Economía de paz, economía de guerra. Tras un reverdecer industrial, la construcción primero y más tarde el turismo marcaron el camino de la inestabilidad especulativa y la precariedad estacional. Una urdimbre para no dormir. Cámaras de Comercio y patronales, repartiéndose sedes y viéndolas venir. La Asociación Valenciana de Empresarios, de Vicente Boluda y Juan Roig, contempla el panorama desde la azotea.

- Triunfalistas. El turismo en España va a menos (-4,9 %). El mayor descenso desde 2010. En el País Valenciano cae con mayor intensidad (-6,9 %). El peor del conjunto español. Mala noticia para simplistas y triunfalistas, incluidos los supermercados. A nadie ha de extrañar que estos signos de decadencia en el sector servicios coincidan con la caída del empleo. Los mandamases empresariales, absortos por su suerte, han de advertir que ya no damos ni para ser un país de camareros. Responsabilidad más de la imprevisión que de la política. Primer mandamiento: que el país funcione. Si no son capaces de lograrlo, la dimisión es la salida airosa.

- Financiación. No hay financiación del Estado adecuada ni justa. No hay dinero y carecemos de las fuerzas políticas que permitan al País Valenciano remontar el vuelo. Sanidad y educación se resienten por la falta de dinero. Baja la calidad de dos puntales públicos. El desmantelamiento del sistema financiero autóctono, válido en proximidad, es dramático y de difícil recuperación. Culpable es el Partido Popular: las cajas de ahorro, cajas rurales y el Banco de Valencia, absorbido por el torbellino de Bancaja. El PSOE abrió el melón al politizar las cajas. Las mejores tajadas se las repartieron entre Zaplana, Olivas, Camps, Domingo Parra y su corte celestial. La Sociedad de Garantías Recíprocas de la C.V. merece capítulo aparte con la contribución de ínclitos representantes de la esfera privada. Entre todos la mataron y ella sola se murió. La recuperación la pagaremos entre todos, multas incluidas. Así llevamos dos décadas con la misma cantinela: no hay dinero ni de dónde sacarlo.

- Malevolencia. La carencia de recursos paraliza el ferroviario Corredor Mediterráneo que comisiona Josep Vicent Boira. Ahora se quiere desviar hacia el Eje Cantábrico. Ante el clima de sublevación que vive Catalunya no hay voluntad política para culminar la conexión del litoral mediterráneo con la frontera francesa. De ahí los subterfugios y las derivaciones hacia rutas insólitas que discurren sin expectativas de viabilidad. Para premiar a aragoneses y contentar a las almas cándidas valencianas, antes de que se encabriten contagiadas por el mal de Catalunya. No hay dinero y habrá menos. No hay país que se permita el lujo de mantener activo un contencioso con el territorio más desarrollado, diversificado y creativo del conjunto estatal.

- Ni de aquí ni de allá. Catalunya, si es España, merece otro trato. Es el núcleo natural de la actividad empresarial, cultural, editorial, universitaria y de la internacionalización en España. Líder en investigación y tecnología. En exportación crece por encima de la media estatal hasta el 30 %. El flujo exportador de la Comunitat Valenciana sigue bajando por debajo del 10 %. En parte polarizada, al margen de la agricultura, en la factoría Ford-Almussafes. Pertenece a una multinacional que opera en territorio valenciano por razones logísticas. La multinacional norteamericana tributa en Madrid, donde tiene la sede Ford-España.

- Salvadores. El desafío no pasa por situar a Salvador Navarro, presidente de CEV en la presidencia de Cepyme-España, a cambio de apoyar a Antonio Garamendi para presidir CEOE. Lo que se necesita es un cónclave, sobre las bases que se trazaron en la Cumbre de Orihuela en abril de 1989. Allí se reunieron las Cámaras de Comercio -las paganas- con presencia de Cierval, Bolsa de Valencia y ferias. El proyecto es llegar a conclusiones y proyectos, basados en estudios y análisis fiables de la realidad económica. Se frustró por el intento de convertir el concilio en una catapulta política para que Pedro Agramunt, presidente de CEV y Cierval, accediera a la presidencia del Partido Popular y desbancara al president de la Generalitat, Joan Lerma. El objetivo político fue un fracaso y el fin económico se malogró por carencia de interés real de los protagonistas, obsesionados por su ansia de poder. Acabaron los fuegos artificiales y cada uno a su casa. Sigue sin haber dinero.