Escribo esta columna, por segunda vez, sentado en una hamaca, en una de las maravillosas playas de Oliva, donde algunas previsiones automáticas y generalistas siguen insistiendo en las lluvias torrenciales. Se está francamente bien. Es muy difícil hacer previsiones meteorológicas en el área mediterránea, especialmente en situaciones de gota fría como las de hace una semana o la de este fin de semana, mucho más difícil que predecir el tiempo en zonas atlánticas, donde los frentes son libros abiertos, e incluso que en las zonas afectadas por los dos últimos ciclones tropicales. El posicionamiento de la gota fría es errático y es difícil de prever en su combinación con la dirección y fuerza de los vientos a distintas altitudes, con la orografía local y con la temperatura del mar. Faltan datos de radio sondeos locales, y aun más del norte de África, para fijar unas condiciones de partida conocidas y necesarias para que los modelos informáticos sean capaces de desentrañar las distintas ecuaciones y mostrar en los mapas una fiabilidad adaptada a las exigencias actuales.

A ello hemos de sumar las dificultades de modelización por las que atraviesa el mejor modelo del mundo, el ECMWF. Dicho esto, lo que no entiendo es, en el seguimiento horario, la persistencia en el error, ignorando la evolución del radar de precipitación y el satélite, que debería permitir modificar las previsiones modelísticas. Si ya vemos que un modelo no se está cumpliendo en tiempo real, ¿por qué seguimos creyendo su previsión? Aun peor quedan los bandazos en los avisos, el mantenimiento en las previsiones automáticas, y de radio y televisión, de cosas que eran válidas al principio del día pero anticuadas cuando se repiten todo un día cada hora. Insistir en la probabilidad de error, en distinguir entre situaciones locales y generales es necesario. Necesitamos mejorar en la transmisión al público de toda esta información. Mi pueblo suspende su romería porque no es capaz de adaptarse a un seguimiento detallado de las previsiones, pero eso es un tema menor.