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El cóctel Zólotov explota la vía de la amenaza en Rusia

La ensaladilla política rusa está cada vez más agriada. Y en lugar de buscarse las cosquillas democráticamente, algunos contendientes prefieren los casquillos cuando se trata de desafiar al enemigo. El más agresivo de todos, sin duda inspirado por las dotes de madelman del zar Putin, es el jefe de la Guardia Nacional de Rusia, un hombrón llamado Vladímir Zólotov que, ni corto ni amistoso, retó a un duelo al líder opositor Alexéi Navalni. Y vino a decirle que cuidadín con lo que sueltas por esa boca que conmigo no se juega ni a las chapas.

Navalni tuvo el atrevimiento de acusar a Zólotov de liderar una trama de corrupción para robar millones de euros al cuerpo armado. Y el cóctel Zólotov explotó al verse incluido en esa ruleta de la fortuna ilegalmente adquirida. Lo hizo en un vídeo subido a YouTube: "Señor Navalni, le reto a duelo. En un cuadrilátero, un tatami, donde sea. Le prometo que lo haré picadillo en un par de minutos". No parece el camarada Vladímir una persona amante de la poesía, pero su forma drástica de resolver enfrentamientos recuerda, sin tintes románticos, a la que frecuentaba el genial poeta Alexander Pushkin (1799-1837), quien se batió en 21 combates a muerte y que solo creía en "Rusia, su pluma y su pistola". El escritor murió precisamente los 37 años de un tiro disparado por un húsar francés. Una tragedia para las letras universales.

Zólotov, forjado como jefe de guardaespaldas de Putin durante trece años, prefiere dejar las armas de fuego a un lado y recurrir a las manos para amedrentar al "cobarde" y "canalla" Navalni. Y advierte: "Si se vuelve a permitir en sus revelaciones un tono ofensivo y calumnioso contra mi persona o mi familia, le prometo que antes de pasarle por encima y limpiarme los pies con usted, montaré un espectáculo para todo el personal de la Guardia Nacional. Y soy un hombre de palabra".

Rusia es un gran país que va a su bola. Siempre fue así. Ya lo dijo Churchill: "Un acertijo envuelto en un misterio dentro de un enigma". A Occidente le cuesta entender algunos de sus escenarios. Ni siquiera Donald Trump, con sus aires de rubicundo ranchero matón del Far West, se atrevería a emplazar en OK Corral a un rival político a ver quién la tiene más grande (la pistola, porque lo otro, según la actriz porno Stormy Daniels, no es nada del otro thursday). Y, sin ir tan lejos, sería inimaginable que Pedro Sánchez amenazara a Albert Rivera a subirse a un ring para hacerlo picadillo por un quítame allá esas tesis. O que Gabriel Rufián se cite con Aznar para hacerse unas llaves de judo. Mucho menos, que un militar cometa semejantes desmanes verbales contra un político hostil. Pero en algunas zonas de la montaña rusa cualquier fosa donde enterrar la lógica es posible.

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