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En Flandes y con sol

Los jueces flamencos, de Gante, no entregarán al rapero Valtònyc condenado, en lógica ausencia (un chico de veinte años tiene buenas piernas y si no las usa es que es tonto) a tres años y medio de cárcel, mucho más de lo que han penado o penarán algunos de los más significados ladrones con cargo del panorama nacional. Le condenaron, en España, por amenazas, apología del terrorismo y ofensas a la Corona. Menos mal que no mea fuera de la taza. Esto me recuerda la comparecencia forzada de Willy Toledo por blasfemo, una acusación que yo creía que solo podía darse en los reinos del desierto arábigo.

He leído las letras de Valtònyc: son una catástrofe estética y contienen la mitad de barbaridades (y mucho menos ingeniosas) que medio minuto de actuación del llorado Pepe Rubianes o que una sola viñeta de Mackinavaja, el último choriso del gran Ivà. Todas las democracias occidentales reculan hacia el miedo y los ambientes enclaustrados y como la democracia española es bisoña y fue la última en ser admitida en el club (detrás de Portugal y Grecia), envejeció en los últimos años sin haber llegado a la madurez y de su salud puede decirse lo mismo que los sesentones animosos dicen de la suya: «Bien, si no entramos en detalles».

Cuando reventó el simulacro de prosperidad montado con hipotecas y ladrillos y la rebelión política se expresó abiertamente, don Mariano, el registrador, no tuvo mejor ocurrencia que blindar las jetas, el buen nombre, la precedencia y la insigne españolidad de los encargados de su finca, o sea, de ellos mismos. Un tic franquista y algo peor. Pero los estudiantes gringos quemaban banderas nacionales para protestar por la guerra del Vietnam y con la Union Jack los ingleses confeccionan calzoncillos (yo tuve uno, me lo regaló mi prima Antonia). Se llama libertad de expresión y conviene respetarla para no hacer el ridículo en Flandes donde no se puso el sol en todo el verano (como en Finlandia y el Báltico), tiene su sede el poder europeo y, por la leyenda negra, hay pocos hispanófilos aparte de Cees Noteboom.

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