"Dios no nos dice cuándo va a llover. Si lo supiéramos, ¿qué nos quedaría por saber?" Estas palabras, pronunciadas hace años por una vendedora callejera de la ciudad india de Bombay, las recoge el meteorólogo Rafael Armengot en el preámbulo de su libro Las lluvias intensas en la Comunidad Valenciana, editado por el entonces denominado Instituto Nacional de Meteorología (la actual Aemet), y este verano he tenido la sensación de que continúan siendo plenamente válidas en 2018, a pesar de los grandes avances en la predicción que se han conseguido en los últimos tiempos. El carácter tan húmedo de este verano y la evidencia de que muchos días ha sido imposible predecir las tormentas, me han evocado esa sabia cita de aquella humilde mujer asiática. Me viene a la memoria ahora que ha salido el Sol, en estos momentos de calma atmosférica, en los que septiembre nos obsequia con un fin de semana de campo y playa, tanto en el Mediterráneo como en buena parte del resto de España, justamente coincidiendo con el cambio de estación, ya que mañana domingo, día 23, llegamos al equinoccio y empieza el otoño astronómico. Todos los veranos es muy notable la demanda de información meteorológica, pero este año ha sido un no parar con el estado de la atmósfera en los medios de información y las redes sociales a causa del excesivo protagonismo de las tormentas. Especialmente en el mes de agosto, en el que la mayoría de la población sale de vacaciones, las consultas se han disparado, ya que es normal que la gente tenga miedo de que se le fastidien sus merecidos días de descanso anual por culpa de la lluvia y las tormentas. Por supuesto, también hay muchas personas que disfrutan de la naturaleza en estado puro y eso no supone ningún problema, pero la mayor parte de las familias, sobre todo cuando se viaja con niños y se elige la playa como lugar de destino, prefiere que luzca el Sol. La vendedora de Bombay dijo aquella frase mientras esperaba la llegada del monzón, el viento que favorece lluvias abundantes todos los años en el océano Índico. Tras el mes de agosto y las semanas de septiembre tan húmedas que hemos vivido, nos encontramos ahora en un interludio, en la antesala de octubre y noviembre, los meses otoñales más lluviosos en muchas comunidades, un periodo que el climatólogo Jorge Olcina, de la Universidad de Alicante, ha llegado a considerar como un monzón a pequeña escala en la España mediterránea debido a su periodicidad. Y no, aunque unos días antes los modelos de predicción meteorológica nos puedan anticipar el riesgo de temporales, al igual que en Bombay, todavía no sabemos cuándo va a llover.