«Si; conforme amb el dret que no es detura,/

amb l´innocent somniador de l´impossible pau./Vote per l´estafat a la refrega;/ pel just que brega i cau». Matilde Llòria (196o)

el gozo del demócrata es votar. Vamos de cabeza a elecciones. ¿Qué pasaría si Ximo Puig, president de la Generalitat con atributos, convocara elecciones autonómicas para antes de fin de año, aprovechando el 9 d´Octubre? Su jefe en Madrid, Pedro Sánchez, no quiere atarse los dedos -por las manos- ante el posible adelanto de elecciones generales. Son dos realidades distintas. La legislatura en la Comunitat Valenciana toca a su fin. Se podría avanzar unos meses. El PSPV pretende aprovechar el tirón del PSOE, en su mejor momento desde 2011, tras la caída de José Luis Rodríguez Zapatero.

Agotamiento. En el anticipo valenciano quedarían alejadas las elecciones autonómicas de las municipales. Las votaciones locales, que la ciudadanía percibe como más próximas, son determinantes en el País Valenciano para el resto de convocatorias. Desde 1978, en villas y ciudades se marca la tendencia para quien ha de gobernar la Generalitat, que se empieza a ganar en la ciudad de València. Con la antelación se invertirían los términos. Puig quiere marcar territorio de éxito tomando la iniciativa. Las últimas elecciones de 2015 fueron históricamente transformadoras. Dos gobiernos de consenso. Dos alianzas paralelas entre las mismas fuerzas políticas progresistas (Compromís, PSPV y Podemos) dieron lugar a los pactos de gobierno en la ciudad de València -La Nau- y en la Generalitat -Pacte del Botànic. Cumpliendo el objetivo anhelado por la sociedad valenciana: acabar con el poder hegemónico del Partido Popular, ejercido durante veinticinco años, con una estela de corrupción generalizada. El PP consiguió en 2015 que hasta sus partidarios abominaran de su gestión despótica. Pesa el descalabro interno del partido que intenta apuntalar Isabel Bonig, contra viento y marea, de un naufragio previsible.

Reválida. Los próximos comicios autonómicos y municipales van a ser la prueba a superar por las fuerzas gobernantes en el Cap i Casal, en las Corts Valencianes y en cientos de municipios. Las diputaciones, muy cuestionadas, han sufrido una crisis de credibilidad y dos cataclismos, en la Diputación de Alicante -ahora en manos del PP- incontrolada por el presidente de la Generalitat, y en la Diputación de València, que ha supuesto la caída traumática de su expresidente, Jorge Rodríguez, en una maraña de zancadillas y presiones, de las que no ha sido ajeno el aparato de Pedro Sánchez. ¿Tanto enfurece a Sánchez y a José Luis Àbalos, ministro de Fomento, el apoyo de Puig a Susana Díaz, en las primarias del PSOE? ¿Rodríguez tirará la toalla como alcalde de Ontinyent, acusado y detenido por la UCO? ¿La candidata a la alcaldía de València, Sandra Gómez, tiene fuste suficiente para arrebatarle la presidencia del Ayuntamiento de València a Joan Ribó?

Andanadas. Meses atrás se vio a Ximo Puig compartiendo mesa con el director de eldiario.es, Ignacio Escolar, en un restaurante próximo al Mercado de Ruzafa. Este medio digital ha levantado, con pruebas, la trama de los másteres falsificados en la Universidad Rey Juan Carlos, que han fulminado, al alimón, la carrera política de Cristina Cifuentes (PP) y Carmen Montón, exministra de Sanidad(PSOE). Dos anomalías insólitamente coincidentes que han minado la credibilidad del Partido Popular y del PSOE. El máster de Pablo Casado va detrás. Las irregularidades sistemáticas parten del Instituto de Derecho Público, dirigido por el constitucionalista Enrique Àlvarez Conde, con ramificaciones en el Consell Jurídic Consultiu de la Comunitat Valenciana, que presidió Vicente Garrido y ahora, Margarita Soler, ambos constitucionalistas.

Oportunidad. Nadie sabe si conviene adelantar las elecciones autonómicas a los partidos políticos en liza. Recorta meses decisivos de la legislatura, muy útiles para avanzar en el cumplimiento de los compromisos adquiridos en 2015 por el Pacte del Botànic. Al PPCV le sustraería un tiempo clave para recomponerse y decidir candidatos y estrategia. Al PSPV le crecen los frentes con un programa inconcluso y solapado con el gobierno del PSOE en Madrid que acumula perplejidades y contradicciones. La dimisión forzada de Carmen Montón ha sido un torpedo en la línea de flotación. Para Podemos, pilotado por Antonio Estañ, la aceleración electoral es irrelevante, aunque todavía no está sedimentado el relevo de Antonio Montiel, que lo puso en órbita en 2015. Compromís, socio de referencia en el Consell, necesita consolidar la acción de gobierno para visibilizar su impronta, a pesar del maridaje funesto con el PSOE en las consellerias. Compromís acusó la falta de cuadros con experiencia en gestión y la ventaja que le sacaban los socialistas en ese campo. A su favor: que es la única formación política reconocible con vocación valenciana y sin obediencia a instancias externas al País Valenciano. La suerte está echada.