Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Julio Monreal

Movilidad en conflicto

Las bicicletas y los patinetes eléctricos empiezan a colapsar el anillo ciclista de València. Ya se producen choques todos los días entre quienes han convertido los pedales y la tracción humana en su medio de transporte habitual y quienes eligen esos artefactos nuevos en el paisaje urbano que llegan a circular a 30 km/h y permiten desplazarse sin mover un músculo y tomar el sol en la cara al mismo tiempo.

La nueva movilidad urbana tiene sobre sí la amenaza de morir de éxito en la ciudad del Turia y en algunas otras, pocas aún para lo que se avecina. A la revolución de la bicicleta que puso en marcha el socialista Pérez Casado en los ochenta, extendió Rita Barberá en los últimos años de su mandato y ha consolidado y acelerado Joan Ribó en sus tres años como alcalde se han ido sumando elementos de distintas características que tienen en común el arrinconamiento del coche privado y la pérdida progresiva de su presencia en el espacio de la ciudad.

El cambio es tan grande que la potente industria automovilística está viendo mermado su peso específico y se prepara para afrontar una caída de pedidos que ya se aprecia. Ford Europa ha dado un primer aviso al convocar para el 9 de octubre una reunión en la que afrontará el futuro inmediato de sus plantas y la tendencia a la baja que se aprecia en el consumo, aunque sus responsables en España han tranquilizado a los miles de trabajadores de Ford Almussafes y a la industria auxiliar en el sentido de que si hay recortes es poco probable que les afecten.

Y es que no es Giuseppe Grezzi; es algo general. El cambio climático, la contaminación atmosférica, la sostenibilidad, la carestía de los combustibles, la carga fiscal, la pérdida de poder adquisitivo, la expansión del deseo de una vida saludable... La movilidad sostenible se ha instalado en la sociedad como uno de los valores más importantes y los gestores públicos y privados se han lanzado de cabeza a atender las nuevas necesidades: más carriles bus, autobuses de transporte público más ecoeficientes y con mejor servicio, extensiones de líneas de metro y tranvía, medidas disuasorias del uso del coche privado, apuesta por el ferrocarril y nuevos combustibles para reducir el impacto del transporte por carretera y un sinfín de novedades que incluyen la invasión de patinetes eléctricos en las ciudades, decenas de empresas ofreciendo servicios de motos, coches y otros aparatos de difícil pronunciación y peor escritura para uso compartido a precios baratos y un largo etcétera.

El cambio que viene es de una magnitud imprevisible. Si un ciudadano tiene su movilidad habitual (por ejemplo la de ir al trabajo, o al lugar de estudio) resuelta con transporte público o uno de los llamados vehículos de movilidad personal (vmp) y en su fin de semana puede alquilar un coche por 24 euros (según se anuncia) para marcarse una excursión a una playa o a un paraje del interior, ¿para qué va a mantener un coche propio, con su coste de adquisición, mantenimiento, seguro, garaje y otros gastos? Si uno pregunta en su entorno podrá comprobar que cada vez hay más personas que han decidido prescindir de vehículo privado propio. Es como cuando los dueños de apartamento en la playa descubrieron que viajar cada año era más barato que mantener la segunda residencia.

Pero no todo va a ser tan fácil. Todo cambio significativo acarrea resistencia y, por tanto, conflicto. Hay desencuentros con bases económicas o geográficas, como el que se produce por la inexplicable demora en el reconocimiento expreso de la necesidad del corredor mediterráneo ferroviario. En Madrid y en Bruselas llevan años poniendo piedras al avance de una infraestructura imprescindible y urgente para la movilidad de viajeros y mercancías por el eje litoral que une Algeciras y la frontera catalana con Francia. Por este motivo, empresarios y representantes políticos y sociales de las comunidades afectadas celebrarán esta semana, el jueves 27, un acto que se prevé multitudinario en Barcelona para exigir la aceleración de las obras del corredor y el regreso a la condición de tramos prioritarios europeos de los ejes Valencia-Sagunt-Teruel-Zaragoza y València-Madrid, relegados a un segundo plano este mismo año en unas circunstancias todavía insuficientemente aclaradas.

La movilidad también protagoniza desencuentros de base política. En la ciudad de València, socialistas y nacionalistas se las tienen tiesas con el asunto. Y eso que comparten el llamado gobierno de la Nau. Pues la Nau se juega su futuro electoral en mayo en buena medida con las decisiones pasadas, presentes y futuras en movilidad; con lo que se consiga hacer en el barrio del Cabanyal (que no se ha hecho mucho en tres años) y con pocas cosas más. Prácticamente todas las decisiones que ha puesto en marcha el equipo de Grezzi han desatado conflictos sociales o políticos. Se empezó ratificando el cobro de los servicios de la Empresa Municipal de Transportes (EMT) de València a los municipios del área metropolitana que lo recibían, cuando esa misma actuación había sido afeada por ellos al anterior gobierno del PP; se redujo el número de carriles de circulación de vehículos privados y también el número de plazas de aparcamiento para atascar el tráfico y desincentivar el uso del coche; se prohibió aparcar en el carril bus por las noches en un gesto hacia los taxistas y lo único que consiguió Grezzi fue cabrear a miles de ciudadanos de la capital y el área metropolitana usuarios de cines, teatros, restaurantes y pubs, sin ningún efecto favorable para su imagen entre los taxistas -no hay más que preguntarles-mientras las empresas de aparcamientos subterráneos recibían encantadas el fruto de la decisión. Hasta los socialistas de Sandra Gómez, socios del gobierno local, celebraban ayer su propia jornada sobre la movilidad para marcar distancias con la desarrollada por sus compañeros de viaje de Compromís y recordarles que llevan tres años para sacar adelante una nueva ordenanza que regule todas estas novedades. La pelea está servida, y será dura.

Tres años intensos

Un dicho profesional establece que los periodistas no han de ser noticia, pero a veces pasa. Mi compañera y gran profesional Lydia del Canto me ha sustituido esta semana en la dirección de Levante-EMV, el periódico de información general líder en difusión y audiencia en la Comunitat Valenciana, con el fin de dar un nuevo impulso a su apuesta multimedia y digital al tiempo que mantener el liderazgo en el soporte impreso. Para mí han sido tres años de intenso trabajo en los que los profesionales del diario y el equipo del grupo Prensa Ibérica hemos intentado, como siempre, ofrecer información rigurosa y veraz, ser un fiel reflejo de la sociedad valenciana y recoger en los distintos soportes y medios sus alegrías, sus penas, sus retos y sus problemas. A partir de ahora, desde la dirección general de Relaciones Institucionales de Levante-EMV y los otros medios del grupo en València, seguiré trabajando con la misma ilusión y la máxima entrega que cuando llegué al diario, hace ya 34 años. Estoy seguro de que la nueva directora podrá contar con el mismo apoyo que he sentido yo por parte de la extensísima comunidad vinculada al periódico, apoyo y confianza que agradezco infinitamente. Para ella deseo toda la suerte del mundo en la etapa que inicia como directora del principal rotativo valenciano. La sociedad necesita un periódico como el que va a dirigir Lydia del Canto.

Compartir el artículo

stats