Con los procesos participativos las decisiones ganan legitimidad, representan un proyecto público y generan conocimiento y respeto entre la Administración y la ciudadanía. Pero ¿de qué participación ciudadana estamos hablando? Es evidente que sin el apoyo de la administración y sin la decisión de los gobernantes de promover y nutrir la participación creando condiciones para su ejercicio, ésta se debilita y pierde parte de su capacidad de incidir en las políticas públicas.

Ahora bien, las experiencias enseñan que el dilema de la participación desde arriba o desde abajo puede ser falso. En realidad, ambos polos de la relación son necesarios. La clave está en la forma como se articulan y consiguen un equilibrio que evite la hegemonía de alguno de los dos.

La Asociación de Vecinos/as y la Plataforma Salvem hemos participado en todas las reuniones a las que nos ha convocado el Ayuntamiento. Hemos participado sí, pero no ha habido receptividad, por parte de la administración, a la parte fundamental de nuestras propuestas y críticas.

Se ha reducido el proceso «participativo» a aprobar un decálogo y que le diéramos legitimidad con nuestras firmas. Un documento que sería un cheque en blanco a la propuesta del Ayuntamiento y de la concejalías responsables, porque preguntas como: ¿Qué están haciendo en este momento las entidades colaboradoras? ¿Qué acciones concretas se están tomando para evitar el acoso que sufren desde hace tanto tiempo vecinas/os de la llamada zona 0? ¿Qué se va a cambiar en las políticas aplicadas hasta ahora? Se quedaban sin respuesta. Simplemente teníamos que creer que se estaban haciendo cosas que no se podían hacer públicas.

Es por esto que, desafortunadamente, llegamos a la conclusión que hay una equivocación por parte de ciertas iniciativas políticas, que instrumentalizan la participación ciudadana para evitar asumir las responsabilidades políticas de sus decisiones. En un proceso participativo la ciudadanía está para participar, dando sus opiniones, sugerencias, propuestas, y por supuesto participar no implica que todos tengan que estar de acuerdo con lo que impone el promotor de la iniciativa que es el responsable de asumir sus éxitos o fracasos. Participar es un proceso complejo que cuando se simplifica o se sustituye por su simulacro se convierte en todo lo contrario de lo que pretende. Practicar la participación ciudadana de manera equivocada es uno de los grandes problemas que actualmente existe en algunas administraciones públicas.

Es por todo lo anterior que no estamos de acuerdo con el resultado de tantas reuniones. Al hacerse público el documento aparecen las entidades promotoras, entre las cuales se encuentran la Avv Cabanyal-Canyamelar y la Plataforma Salvem el Cabanyal, es por este hecho que hemos creido necesario expresar públicamente nuestra disconformidad. Podemos estar de acuerdo en algunas medidas que se tomen desde el ayuntamiento, pero no con que se publicite que el decálogo es fruto de la participación ciudadana tal y como la entendemos nosotras/os.