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Maite Mercado

Un show de 12 puntos

Antena 3 necesitaba una alegría y llegó con la vuelta de «Tu Cara Me Suena», el formato que mezcla como nadie el clásico espectáculo de variedades que se decía antaño, con el arte de la imitación y el humor, un ingrediente necesario evanescente en otros «talents» que se creen más relevantes.

Imprescindible es contar con un par de humoristas o intérpretes manifiestamente duchos en la comedia, sumados a los chascarrillos de un jurado chispeante. José Corbacho y Anabel Alonso nunca ganarán una gala por su entonación musical pero generan grandes momentos hilarantes. Lolita Flores lloraba de risa con la conversión del José Luis Rodríguez 'El Puma' de Corbacho en el domador Ángel Cristo y segundos después en Joselito, clavado de rodillas. A Anabel Alonso le pusieron fácil bromear sin parar transformándola en el viral marciano verde del panameño 'El Chombo' interpretando 'Dame tu cosita'. Ellos se lo pasan en grande y lo contagian sacando una sonrisa de viernes por la noche.

No es baladí que TCMS sea un programa de viernes. No hay quejas porque acabe después de la una de la madrugada: empieza el fin de semana. Y, por supuesto, el ritmo, la espectacular realización y la cuidada planificación del show, alternando actuaciones musicales brillantes de géneros y épocas variadas con otras menos afinadas pero graciosas, evitan la sensación de 'efecto chicle': estirar o alargar sin sentido un espacio televisivo para aumentar la cuota de pantalla. Ejemplos varios, el primero, «Operación Triunfo», insufrible para un espectador que trabaja al día siguiente, por las horas, por lo lento y por la gravedad que levita en los jueces que deciden sobre el futuro profesional de los 16 jóvenes que entraron en la Academia. «MasterChef» -en antena ahora en su versión «Celebrity»- peca de lo mismo: excesiva duración y emisión en domingo, lo que provoca un somnoliento lunes a no ser que renuncies al último bloque tras la larguísima prueba de exteriores publicitaria. Dormir suficiente bien vale perderse la expulsión, intrascendente porque no está en juego la carrera de los participantes.

Los dos espacios se emiten además en la televisión pública. Rosa María Mateo podría ponerse seria también en este asunto y convertir la conciliación del mando a distancia con la vida familiar y laboral en un elemento de diferenciación respecto a las privadas. «Gran Hermano VIP» puede seguir acabando a las tantas.

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