Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

El nuevo ultimátum

Supongo que Quim Torra volvió el lunes por la tarde encantado a su casa, bendijo las manifestaciones (por segundo día), les arengó y vio subir la marea, ante el Parlament, y la ola levantada casi se lo traga. Además lanzó un ultimátum al Gobierno de Pedro Sánchez. No es la primera vez que apunta a ese objetivo, y algo de ello ya lo había avanzado. Otra cosa es si cree que la amenaza producirá el efecto, cara a su objetivo, o si la OPA hostil va a provocar lo contrario.

Es posible que los suyos (o de Carles Puigdemont) no voten el presupuesto si el líder socialista lo presenta en las Cortes. De todas formas, sabemos de sobra que el PP y Ciudadanos se van a oponer con sus fuerzas y que la primera formación controla el presupuesto, de ahí que el Gobierno hubiera ideado una treta con una ley de acompañamiento. Por todo ello, las posibilidades que sea aprobado son mínimas, incluido si lo suyo solo fue un momento de sofoco o un subidón luego de ver a las masas, muy juveniles, en forma. Unas jornadas de este calibre -y lleva un mes subido en la ola- alteran al más frío de los mortales, y puede perder la prudencia, la cordura y el sentido de la realidad.

La ministra portavoz le contestó el martes pasado, sin perder los nervios, con serenidad y contundencia. Ya tiene la respuesta y ahora que intente digerirla. Pero todo esto último pasa porque lo que ocurrió hace un año no ha sido digerido. Están todavía haciendo el duelo, es duro reconocer que fracasaron por la vía unilateral y no faltan voces de algunos, principalmente en ERC y alguna en la extinta CiU (ahora con otras siglas y preparándose para ir a las no lejanas elecciones adelantadas con otra plataforma en marcha propugnada desde Bruselas) que se lo han avisado.

Como el Gobierno de España no va a darle lo que pide (y algunos jocosamente le dicen que «pida la Luna») vamos a hacer un recorrido con prórroga de los presupuestos generales del Estado y elecciones adelantadas.

También a su derecha y a su izquierda le han criticado por eso y por toda su reciente trayectoria (sin dejar de recordarle su pasado). Lo de los abucheos ya lo habían conocido algunos líderes de ERC con anterioridad, por mostrarse más realistas y fijarse plazos menos perentorios. Que le llamen «traidor» o «mentiroso» a un político es de uso discrecional, nadie está exento.

En estos momentos se proyecta en los cines una película de coproducción española, dirigida por el chileno Rodrigo Sorogoyen, que abre en canal la situación de podredumbre de la política española. No es casualidad que arranque en València y con un candidato a la Generalitat al que se le descubre una cuenta en Suiza (de poca monta, 250.000 euros) pero la cosa va a más y el otro posible candidato está metido hasta las orejas en la financiación ilegal del partido (nunca salen las siglas) y en la mordida.

En este filme hay muchas concomitancias a casos juzgados y otros pendientes de sentencia. Y clara referencia a los papeles de Luis Bárcenas. Es de un lenguaje claro y está hecha para llegar al gran público con acción y suspense. El guiño final es muy eficaz. Esta es la salsa en la que estamos metidos desde hace años y la que nos ha metido en la crisis y trae estos lodos, hijos de aquellos polvos (martingalas y comisiones). Veremos en qué acaba todo.

Compartir el artículo

stats