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Debilidades y calendarios

El intento de ultimátum del presidente de la Generalitat, Quim Torra, al Gobierno de Pedro Sánchez, en el sentido de que concedía un mes para negociar un referéndum de autodeterminación o, de lo contrario, dejaba caer al Ejecutivo socialista, ha puesto de manifiesto la debilidad del vicario de Puigdemont en la Plaça de Sant Jaume: los "suyos" (una parte de Junts per Catalunya y ERC) le desautorizaron, de facto, a las pocas horas, a lo que se unió la inmediata negativa del Gobierno socialista. Pero, bajo las apariencias, hay otras disputas. Concretamente, de calendario.

Aunque en menor medida que Torra, la posición de Sánchez para aguantar en la Moncloa hasta principios de 2020 se antoja difícil, si ha de estar sometido a los vaivenes de los 17 diputados independentistas que le apoyaron en la moción de censura contra Rajoy. Ante ello, y vista su buena marcha relativa en las encuestas, podría tener la tentación de convocar elecciones legislativas antes de que acabe el año o hacerlas coincidir con los comicios andaluces (previstos, inicialmente, para marzo). Y probablemente sería lo mejor para él: sin estar en crisis, es probable que la desaceleración económica sea mayor dentro de un año.

Pero Sánchez no es el único que juega con el calendario (y de ahí que la torpeza de Torra, agobiado por los independentistas radicales que le acusan de traidor, quizá no lo sea tanto): a finales de este mes, el ex presidente Puigdemont (vía Torra) dispondrá también del botón del avance electoral, en Cataluña.

Sin embargo, pese al vértigo político, hay que quedarse con un detalle: tanto unos (para demostrar obra de gobierno) como otros (para aprovechar una posible condena a los presos independentistas) no quieren mover ficha hasta pasadas las municipales de mayo. Sigue siendo, pese a todo, lo más probable.

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