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El saqueo de los bienes comunes

Desde que ha terminado imponiéndose en casi todas partes el tipo de capitalismo que muchos llaman rentista, el saqueo del procomún o los bienes comunes avanza inexorable sin que la izquierda, falta de imaginación, sea capaz de ponerle freno.

Ese nuevo tipo de capitalismo tiene ya muy poco que ver con el capitalismo industrial del pasado y con el libre mercado y es, al decir del británico Guy Standing (1), "corrupto" y "fundamentalmente fraudulento".

Una plutocracia de rentistas, como los llama Standing, se ha dedicado con determinación a "mercantilizar la política", convirtiéndola en parte de una economía dominada por expertos en medios de comunicación y consultores con total olvido de los ciudadanos.

Las facultades de economía se han visto gradualmente desplazadas por las escuelas de negocios, en las que la enseñanza se imparte directamente en inglés, y que se han convertido en bastiones de la "nueva ortodoxia".

Plutócratas y financieros, siempre en busca de paraísos fiscales donde poner su dinero a buen recaudo del fisco, llenan las arcas de los llamados "think tanks" (laboratorios de ideas), que se dedican a predicar su evangelio neoliberal por todo el mundo.

Y mientras todo esto ocurre, mientras se crea un sistema económico profundamente corrupto y generador de creciente desigualdad, los partidos de izquierda, critica Standing, parecen atenazados por una" parálisis intelectual" que les impide hacer frente a ese desafío.

Desafío que consiste en la mercantilización y venta al mejor postor- o aquél que tiene los mejores contactos con los gobernantes- de lo que era riqueza pública o patrimonio de todos, desde la tierra hasta las fuentes de energía y la propia naturaleza.

Ese saqueo de lo que formó parte durante generaciones de la esfera pública no sólo empobrece a la inmensa mayoría en beneficio sólo de unos pocos, cada vez más ricos, sino que acelera la crisis ecológica con criminal olvido de las próximas generaciones.

En este nuevo sistema, las elites se enriquecen no produciendo bienes y servicios útiles para la colectividad, como ocurría en el anterior capitalismo, sino acumulando activos, beneficiándose de subvenciones y desgravaciones fiscales así como de la antidemocrática privatización de los servicios públicos.

Mientras todo esto ocurre, denuncia el profesor británico, los salarios no dejan de bajar a rebufo de las externalizaciones, la automatización y el progreso de una falsamente llamada "economía colaborativa", que incrementa y se aprovecha del precariado y sólo enriquece a fondos de inversión y todo tipo de rentistas.

(1) The Corruption of Capitalism". Biteback Publishing.

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