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Mansiones para todos

Un árbol es eso que se interpone entre el PAI y nuestros propios planes, de ahí que suela sucumbir ante la motosierra que, otra cosa no, es un argumento muy contundente. Como les pasó (a parte) de los árboles de Bailén, donde el cadáver de un gato, envenenado por alguna mala bestia, lleva oreándose allí más de una semana.

En Iberflora, además de plantas y macetas, hay segregación de ideas. Estuve allí como oyente de una mesa redonda sobre la protección del patrimonio natural e histórico, una idea que tuvieron los socialistas británicos de finales del XIX y que se ha extendido por el mundo: estimular la donación y la compra de mansiones, jardines singulares, vistas únicas, caminos costeros, sendas de montaña, castillos y hasta viejas fábricas o la casa de campo de John Lennon. Hace cincuenta años el National Trust -que así se llama el ente- tenía cien mil socios; ahora supera los cinco millones de miembros. Y sus fines comunitarios se siguen cumpliendo cualquiera que sea el color del Gobierno.

Se trataba de poner la belleza y la integridad del patrimonio al alcance de todos los usuarios sin distinción de origen y rentas. Como dijo Justin Albert, responsable de la organización en Gales, con una hermosa imagen: «Por cada cinco quilómetros que recorres por la costa de Gales, uno te pertenece porque es de todos». Organizaciones equivalentes al National Trust se han extendido por Francia y Chequia, Alemania e Italia. Aquí es FUNDEM quien pretende otro tanto.

Me gustan las plantas, pero no esos olivos cautivos y torturados para hacerles parecer un abeto japonés. Me encuentro con un grupo de jóvenes jardineros. Son muy críticos: «El único plan que tiene el Ayuntamiento es ampliar los alcorques donde se pueda, y eso es bueno, e introducir un par de especies nuevas. O sea, que no hay plan», dice uno. «Los servicios -dice otro- se los quedan la Sociedad de Agricultores de la Vega y Fomento de Construcciones y Contratas». He visto árboles monumentales con un letrerito de plástico colgando de una brida estranguladora. Muy cutre, sí.

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