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Espiritualidad vs. sentido común

Llevo un tiempo escuchando la palabra autoestima por todos lados. En todas las conversaciones, de una forma u otra, sale a relucir ese vocablo. En charlas con amigas, en reuniones de trabajo. La autoestima o su ausencia siempre están planeando sobre nosotros. Es el mal de este siglo y algo muy complicado de mantener a raya porque fluctúa a lo largo de los reveses que nos da la vida. Y como para cada mal siempre aparece una cura, hasta ahora se le ponía remedio a través de terapia. Un psicólogo te ayudaba a reconciliarte contigo, a valorar tus puntos fuertes y a lidiar con los débiles. Sin embargo, parece que esto no ha sido suficiente y de forma paralela han ido surgiendo otras corrientes llamadas espirituales, cuyo objetivo consiste en buscarle sentido a la vida que trasciende de lo mundano, y eso no está mal.

Soy de las que consideran que existe una energía superior, llámala dios, universo, luz... responsable de todos nuestros aprendizajes, de todas nuestras vivencias. Así como también sostengo que no hemos venido a la vida de vacaciones sino a aprender y, para bien o para mal, uno despierta a la consciencia cuando cae y descubre que aún puede caer más. La experiencia, por el contrario, nos ha demostrado también que llega un momento en el que solo podemos subir, resurgir, reinventarnos. Eso es la vida. Eso es vivir. Pero, donde hay luces también hay sombras.

A lo largo de la historia, tanto el cine como la literatura nos han mostrado que donde existe debilidad rondan cerca los que quieren convertirla en fortaleza y los que quieren aprovecharse de ella, y esto último es lo que está sucediendo con las nuevas corrientes espirituales. En México, por ejemplo, se ha alertado a los ciudadanos de una estafa cometida por las llamadas sectas coaching. Una de las empresas más peligrosas es Mexworks, que ofrece cursos de superación personal y autoestima, entre otros. Se aprovechan de personas deprimidas, que están pasando por una mala racha o que no le encuentran sentido a su vida. Estos sanadores del alma les prometen que con su consejo podrán enderezar su vida, encontrar un buen trabajo, hallar el verdadero amor... Resumiendo: empoderarse, eso que está tan de moda.

El problema surge con los métodos que usan. Sus usuarios, que ya llegan bastante deprimidos, son vilipendiados, humillados, los hacen vivir situaciones extremas para enfrentarse a sus miedos. Consiguen que se sientan aún peor y luego les prometen que con los cursos que ellos venden a seis mil pesos (unos doscientos setenta euros) solucionarán sus vidas. No obstante, un curso nunca es suficiente, nunca estás del todo preparado para afrontar tu vida y de esta forma te mantienen presa de su farsa. En Argentina se han interpuesto varias denuncias de miembros que sufren importantes secuelas psicológicas a causa de estas sectas coaching.

Esto no solo sucede en Hispanoamérica. Aquí, en España, también hay sanadores del alma cuyas intenciones son de todo menos buenas. Con esto no quiero decir que todas las personas que dan cursos de crecimiento personal cumplan el perfil descrito, ni mucho menos. Me consta que hay muchos profesionales impartiendo formaciones de calidad para todos aquellos que estén perdidos, que al parecer cada vez somos más. Solo hago un llamamiento al sentido común, por muy dilapidados que nos encontremos, aquel que quiera ayudarnos lo debe hacer desde el amor, la comprensión y la independencia. Debe acompañarnos en nuestro proceso y, cuando estemos preparados, dejarnos alzar el vuelo. Si no te deja desplegar las alas porque, a su juicio, nunca estás preparado, tal vez no sea quien mejor te puede ayudar.

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