Hoy 13 de octubre se celebra en todo el planeta el Día Mundial de los Cuidados Paliativos. Me gustaría que fuera un día de reconocimiento para todos aquellos profesionales de la salud que acompañan, aconsejan, cuidan y alivian a las personas en el tramo final de su vida, que les evitan el dolor a los pacientes y ayudan a mitigar, a su vez, el sufrimiento de los familiares. Los cuidados paliativos son una manifestación de la más cruda humanidad a la que nos debemos enfrentar como sociedad, precisamente en los momentos más duros de una persona. Y debemos procurarlos asumiendo la dignidad del ser humano, respetando las creencias y los planteamientos ideológicos de cada paciente y procurando que el bienestar sea, en la medida de nuestras posibilidades, un acto irrenunciable.

Lejos de la controversia y de los posicionamientos cerrados al respecto, creo que los cuidados paliativos han significado una conquista de la razón médica y de la contemplación profundamente humanista de la vida. Vivir y vivir mejor es el sentido de toda política y toda práctica sanitaria. Pero cuando la muerte es una realidad cercana, debemos articular mecanismos para que el dolor y el sufrimiento no sean las últimas percepciones de quien está a punto de fallecer. Aliviar el dolor, acompañar a la persona en cada momento, permitirle pasar los últimos instantes de su vida en su hogar, rodeado de sus familiares, todo eso también es cuidar.

En la Comunitat Valenciana cerca de unos 20.000 pacientes requieren atención paliativa cada año. Todo nuestro sistema de salud debe articularse en torno a dos conceptos que me parecen fundamentales: la humanización y la dignidad. Humanización en los protocolos, en la atención, en la información o en la práctica médica. Y la dignidad de toda persona ante cualquier circunstancia.

Desde junio de este año, la sociedad valenciana ya cuenta con una ley de muerte digna que ha entrado en vigor precisamente este mes de octubre. El sentido de esta ley es el de proporcionar un marco normativo que ofrezca la posibilidad de avanzar en la atención paliativa y que aborde de manera integral los cuidados al final de la vida, respetando el aspecto psicológico, físico, social y espiritual de la persona. Esta ley impulsa además el documento de Planificación Anticipada de Decisiones, como manifestación de las últimas voluntades del paciente, mediante el que se garantiza la toma de decisiones de manera libre, autónoma y en base a sus valores y creencias sobre cómo debe ser el proceso en los últimos cuidados y una vez haya fallecido.

En nuestra comunidad, son aproximadamente 26.000 personas las que ya han registrado sus últimas voluntades de manera anticipada, un 62 % de las cuales son mujeres. Se trata de un acto radicalmente libre y profundamente consciente de la realidad humana, y reconozco en él la valentía de la sociedad valenciana para caminar hacia un horizonte de dignidad, de responsabilidad y de respeto en todas las fases de la vida.

Decía María Zambrano que la primera realidad que se le oculta a una persona es ella misma. Frente a ello, la ciencia y la medicina con un gran compromiso ético se ha ocupado de avanzar en el conocimiento y de actuar sin esconder ninguna realidad y asumiendo y mitigando el dolor y sufrimiento de la muerte. Vaya por delante mi reconocimiento a quienes lucharon, también en este sentido, por la libertad, por la humanidad y por la dignidad de la vida.