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Vinos milenarios para san Lucas

Cheste sorprende siempre por todo, su rica historia, sus densas tradiciones y sus animadas fiestas. Si Valencia vive en permanente estado de fiestas, a los de Cheste en esta materia no supera. Acostumbrados a pelearse con el duro secano, se lo cobran con creces en sus tiempos festeros.

No paran, cuando no un pito, una pelota. En estos días andan en su calendario festivo por XLV Fiesta de la Vendimia, un cóctel molotov de actos religiosos, folklóricos, musicales, taurinos y vitivinícolas en honor a san Lucas el patrón, cuya fiesta es el 18 de octubre, si el cura que les ha llegado no la ha suprimido ya, pues anda repelando las tradiciones religiosas con escándalo de parte del respetable. Cuánto se añora al anterior párroco don José Moreno Just, de la saga de presbíteros que se toman a Dios y a la gente en serio, santo por tantos motivos.

Soy un fan y asiduo de Cheste desde hace muchos años, allí he hecho de todo en sus fiestas de la Vendimia y los Juegos Florales. Gente de raza, de gran personalidad, gentes acostumbradas a pelearse contra la dureza de la tierra y las inclemencias del tiempo, con hijos ilustres y hasta idioma propio, la Lengua Chestana, vocabulario incluido. Con una inmensa Iglesia monumento nacional hecha en el siglo XVIII con mármoles de Villamarxant, Bétera, Buscarró, Callosa y Cervera, que sigue trazas del P. Tosca inspirado en un templo greco-romano, al que le colocaron imágenes escultóricas y pictóricas de Vicente Esteve, José Vergara, Juan Collado y Luis Antonio Planes.

En su término, 2 de diciembre de 1838, hace 180 años, ocurrió la célebre batalla de Cheste entre carlistas y liberales, donde éstos arrasaron con casi todos los carlistas de Forcadell, los que no murieron cayeron presos. En mi biblioteca tengo el diario manuscrito hecho por un joven soldado carlista, Cayetano López, «servidor del Trono Legítimo», donde relata aquel trágico acontecimiento. De ella nació el título de Conde de Cheste y la condecoración militar Cruz de Cheste. No obstante, tienen en su historia un título nobiliario más antiguo, el de Barón de Cheste al Campo, creado en 1455, reinando Alfonso V el Magnánimo.

Y cerca de allí, donde aún hay metralla de artillería en los árboles, apareció en 1861 el valioso Tesoro Ibero-Púnico de Cheste, hoy en manos del Ayuntamiento de Valencia, que ayudé a sacar del anonimato y ostracismo encerrado en la caja fuerte del Archivo Histórico Municipal de Valencia donde estaba extrañamente escondido, y llevarlo a Cheste para su exposición y veneración pública. Cosas de mi zascandileo periodístico por los pueblos que quedan para el cofre memorial profesional de verdad a la espera de cuando haya algún resquicio de tiempo.

Cheste ha sido siempre un pueblo muy agrícola y de gran espíritu cooperativo. Su principal empresa, Cheste Agraria Cooperativa Valenciana tiene su origen en 1918, ya es centenaria, y es resultado de la fusión de otras seis cooperativas, entre ellas la más antigua y fuerte de la Villa, la Cheste Vinícola.

La Cooperativa cuenta con más de 2000 socios, quienes están integrados en todas o en alguna de sus secciones económicas. Éstos aportan 50.000 toneladas de cosecha con unos ingresos que ascienden a 40 millones de euros y unos activos totales cercanos a los 43 millones de euros. Su Caja Rural cuenta con 3.500 socios y 15.000 clientes. En 2016 concedió más de 1.000 millones de crédito nuevo en la Comunitat Valenciana.

Les contaba todo este circunloquio, porque esta grandeza social y económica cerrará este año centenario de la Cooperativa y Caja, el 19 de octubre por la tarde en la plaza del Mercado, las fiestas de san Lucas al día siguiente de su procesión con una cata especial de sus vinos, su productos agrícola más histórico y representativo, conocido ya por íberos, griegos y romanos, todo un interesante, significativo y simbólico brindis de un pueblo trabajador y festero como nadie.

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