Los sondeos electorales de Invest Group, publicados esta semana por Levante-EMV, han sido de lo más reveladores. La intención de voto en la Comunitat Valenciana da una mayoría clara a favor del PSOE, que por primera vez desde hace 27 años, y según los sondeos, superaría al PP. Es claro que ni Bonig con su discurso a voz en cuello ni Casado, que ni fu ni fa por mucho que el TS le haya echado un capote, están terminando de convencer al electorado valenciano. Si se renovara el pacto del Botànic tras las elecciones, PSOE y Compromís estarían por encima de la mayoría absoluta de 50 diputados, lo que les permitiría poder gobernar sin tener que contar con otras fuerzas políticas. Siempre según esta hipótesis, Podemos quedaría apeado del gobierno valenciano, dado que las dos fuerzas del pacto, encabezadas por Ximo Puig y Mónica Oltra, no lo necesitarían para gobernar. Tal vez Podemos haya pagado cara su reducción a la irrelevancia en el actual gobierno bicefálico, en el que ha brillado por su ausencia. La fuerte personalidad de Oltra, junto a ese estilo impasible de Puig, no han dejado hueco para nada más. Este sondeo es un respaldo a la gestión del actual gobierno valenciano, aunque dicho gobierno, según las mismas encuestas, sea considerado bueno solo por uno de cada cinco encuestados, en concreto por un 20,7%. Que no aprueba ni de lejos, vamos.

Por otra parte, el sondeo indica también que la política valenciana preocupa menos a los ciudadanos valencianos que la nacional, aunque ambas estarían muy lejos de obtener un aprobado. A todo esto, Ciudadanos saldría reforzado tras las próximas elecciones, lo que dejaría a este partido como tercera fuerza política en la Comunitat Valenciana. Ciudadanos está obteniendo los réditos de su oposición en Cataluña, encabezada por Arrimadas, estrella más potente, a mi modo de ver, que Rivera. En todo caso, un 31% de los encuestados está dudoso, por lo que los resultados que vaticina la encuesta podrían variar visiblemente tras las elecciones autonómicas, si sumamos a esta cifra de indecisos la de aquellos que cambien de opinión de aquí a entonces, que serán también unos cuantos, dado que muchos no sabemos a qué carta quedarnos.

La desafectación de los ciudadanos de a pie por la política en general sigue cuesta abajo y sin frenos. Y la desilusión también, desde luego. Es bochornoso que únicamente el 8,2% de los encuestados considere que la situación política de España es buena o muy buena. Esto en mis tiempos era sacar un muy deficiente, aunque esta expresión hoy se consideraría sin duda políticamente incorrecta.