T riunfar fracasando. No sé si fue Freud, o alguno de sus apóstoles, el que hablaba de los que fracasan al triunfar y de quienes fracasan para no triunfar. Lo cierto es que a nosotros, como sujeto colectivo (¿existe tal cosa o sólo es un «teruel»?), nos ocurre lo contrario: triunfamos fracasando. Analicen los sucesos (o la ausencia de sucesos) del pasado 9 d´Octubre. Este periódico titulaba, en portada, al día siguiente, y en positivo, que había sido el 9 d´Octubre más «seguro»; destacaba la ausencia de «incidentes» y valoraba el dispositivo policial desplegado, que evitó las «agresiones» de la extrema derecha. Y todo ello es cierto: el bien como ausencia del mal, la noticia como ausencia de (malas) noticias. Parece, sin embargo, que esos logros encierran también un fracaso: todavía no hemos conseguido que el 9 d´Octubre no sea el día D, ni las 12 horas la hora H, de ese desembarco de Normandía que protagoniza cada año la ultraderecha, activa o inactivamernte, contenidos por las fuerzas del orden público. Quiero decir que el titular del día siguiente es siempre, o bien el de «Hubo hostias», o bien el de «No hubo hostias», lo que no deja de ser el mismo titular al ser el mismo el sujeto y el protagonista de la noticia. ¿Es un éxito que las autoridades democráticas desfilen en la procesión cívica protegidos y rodeados por un doble o triple cordón policial para no ser agredidas? Efectivamente: reconozco que podría ser peor. Por cierto, y ya que estamos: el fracaso y consiguiente desconvocatoria de las manifestaciones de la ultraderecha, permitidas en base al derecho a la libertad de expresión, muestra que el argumento es válido para conceder permisos, pero demuestra que es falaz: cuando se les permite hablar, callan; cuando reunirse, no suman. Solo se les escucha cuando otros hablan, porque usan la tolerancia para intentar silenciar lo que no toleran. Nada nuevo bajo el (cara al) sol.