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La brutalidad justificativa de los asentamientos israelíes

No se puede justificar con mayor brutalidad de como lo hace el nacionalista israelí Yoaz Hendel la política de asentamientos del Estado judío.

"Queremos el máximo de tierras con el mínimo de árabes. E Israel es ahora lo suficientemente fuerte para imponerse", afirma el actual director de Estrategias Sionistas y ex portavoz del Gobierno de Netanyahu.

Preguntado por Die Zeit qué tipo de Estado es ahora Israel, si "el Estado nacional del pueblo judío", como lo califica su ley fundamental, Hendel, de 43 años, no deja el mínimo resquicio a la duda.

No piensa así la otra participante en el debate a dos organizado por el semanario alemán: Talia Sasson, de 67 años, presidenta del New Israel Fund, fundación que apoya a las organizaciones de defensa de los derechos civiles.

Para ésta, si bien Israel es "la patria del pueblo judío", como se establece en su declaración de independencia, también se dice en ella que "es una democracia con iguales derechos para todos".

"Israel es la patria del pueblo judío y el Estado de todos sus ciudadanos. El problema de la nueva legislación es que en ella no se menciona para nada la democracia", denuncia Sasson.

En su réplica, el derechista Handel justifica la continua construcción de nuevas colonias porque "está en la esencia misma de la política sionista, de acuerdo con la cual los judíos han de colonizar el país".

"Cada ciudadano del Estado, bien sea judío o árabe, ha de tener los mismos derechos individuales, pero no así iguales derechos nacionales", argumenta.

Sin embargo, para Sasson, "la línea divisoria no está sólo entre judíos y árabes, sino entre defensores de la democracia y los que, en caso de duda, siempre anteponen lo judío a la democracia".

"Tenemos que encontrar entre todos una nueva identidad. Para ello, el Estado tiene que poner fin a la ocupación de las tierras palestinas", afirma.

Hendel dice creer por el contrario en el "muro de hierro" del que habló en su día el líder sionista de origen ruso Zeev Jabotinsky, según el cual "los árabes no aceptarán jamás voluntariamente una mayoría judía".

"Tenemos pues que hacer un Israel tan fuerte que los árabes tengan que decidir si quieren pertenecer a ese Estado o ver en él sólo a un enemigo", explica el sionista radical Hendel.

Para Sasson, la realidad es que en la antigua Palestina viven "dos pueblos, por lo que hay que trazar una frontera y crear dos Estados. Si Israel quiere seguir siendo una democracia, tiene que garantizar los derechos de todos, también de los palestinos".

Preguntado por el hecho de que el primer ministro, Benjamin Netanyahu, haya defendido por un lado la solución de los dos Estados y, por otro, haya torpedeado siempre las negociaciones para lograrla, su ex portavoz dice que sólo había mentido.

"Netanyahu habló de dos Estados porque es lo que querían escuchar (el presidente) Obama y los europeos. Pero con Trump no tiene ya que fingir. (€)", explica.

Y lo que el actual presidente de EEUU pretende, según Hendel, es algo así como "un semi-Estado" llamado Palestina, que se limitaría al terreno sobre el que se asientan las "ciudades palestinas".

Al sionista empecinado que es Hendel no le interesa, según confiesa, el derecho de autodeterminación del pueblo palestino. "Estamos en Oriente Medio, donde la gente se mata entre sí. Es un combate de las culturas".

"Israel está a favor de Occidente. Y Occidente debería apoyar a Israel. Está también en juego nuestra seguridad. En el momento en que un Gobierno de izquierdas les permita a los palestinos construir un nuevo Estado, habrá allí una dictadura, que apuntará con sus misiles a Tel Aviv", advierte.

Sasson le acusa, sin embargo, de no ser sincero. "La seguridad no os importa. Sólo hay que ver lo sucedido en el pasado medio siglo en Cisjordania: allí viven actualmente 600.000 israelíes. ¿Cuántos soldados hacen falta para protegerlos".

"La derecha sigue colonizando para finalmente poder argumentar que no queda prácticamente otro remedio que la anexión", pero " la ocupación y las colonias sólo conducen a la destrucción de nuestra democracia", explica la presidenta del New Israel Fund.

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