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En lucha contra el cáncer de mama

El gasto médico crece, debido a causas varias, al extremo de dibujar un horizonte sombrío por lo que hace a la financiación pública. No obstante, en paralelo y contra la opinión de algunos, también el pronóstico de muchas enfermedades graves ha mejorado significativamente y, entre ellas, el cáncer de mama es un ejemplo paradigmático y trascendente dada su alta incidencia, que ocupa el primer lugar entre los que pueden afectar a la mujer.

Se comprueba que una de cada ocho o nueve de ellas, a lo largo de su vida, padecerá un tumor mamario. El número de casos anuales en el mundo se cifra en aproximadamente un millón y medio. Sin duda, una alarmante realidad que, sin embargo, coexiste a día de hoy con otra que fomenta, más allá de una esperanza que antaño podía juzgarse utópica, la creciente satisfacción sobre las posibilidades de prevención, diagnóstico temprano y tratamientos curativos en proporción creciente, al punto de que si por los años cincuenta la supervivencia a los diez años del diagnóstico y para el conjunto de mujeres afectas era de aproximadamente un 25%, o del 50% en los setenta, en la actualidad se supera el 80%. E iremos sin duda a mejor.

Para empezar, se ha avanzado mucho en lo que respecta al conocimiento de medidas preventivas y factores de riesgo: una dieta adecuada, evitar el consumo excesivo de alcohol y el sobrepeso tras la menopausia, así como la ventaja de embarazos antes de los 25 años o la lactancia materna por más de 6 meses, son todos consejos que debieran popularizarse por su valor profiláctico. Por lo demás, se dispone de información y recursos para detectar el riesgo de cáncer hereditario y tomar las oportunas medidas, así como determinar qué grupo de mujeres pueden beneficiarse de un tratamiento hormonal con fines preventivos. Por otra parte, y una vez detectado el tumor mamario, convendrá subrayar que la generalización de revisiones mamográficas en determinado rango de edad, ha contribuido ha reducir la mortalidad alrededor de un 20 % (diagnóstico de la enfermedad en fases precoces y, en consecuencia, de mejor pronóstico).

Ya entrados en tratamiento, con sus múltiples opciones y combinaciones, los avances son del todo sustanciales. Atendiendo a características genéticas, el antes genérico cáncer de mama se subdivide hoy en diferentes tipos que permiten terapéuticas individualizadas atendiendo a su distinta sensibilidad. El diagnóstico temprano, junto a tratamientos quimioterápicos de inicio en determinados casos, explica que aumente el número de cirugías parcelares, con la consiguiente ventaja estética que a su vez se ve reforzada por variadas técnicas de reconstrucción si se precisa. A mayor abundamiento, el vaciaje ganglionar de la axila ha dejado de ser la regla -en consecuencia, menores las complicaciones en el brazo afecto- y, de ser necesaria la radioterapia, se vienen implantando nuevas técnicas que reducen la duración del tratamiento a la mitad y con resultados equiparables.

Por lo que hace al arsenal farmacológico de que se dispone, las mejoras son asimismo importantes desde perspectivas varias. Es ya posible -y generalizado-el análisis de un conjunto de genes en ciertos estadios tumorales, lo que permite evitar a muchas mujeres tratamientos superfluos tras la extirpación tumoral y, de precisarse estos, la existencia de nuevos agentes quimioterápicos y/o con dianas específicas (antiangiogénicos para disminuir el riego sanguíneo del tumor, inhibidores de la proliferación celular maligna, protectores de la descalcificación ósea€), así como tratamientos antihormonales o compuestos biosimilares y de menor precio, han ampliado el espectro al punto de hacer necesario evaluar en cada caso la mejor estrategia médico-quirúrgica a aplicar, de acuerdo con unas variables en progresión casi geométrica.

Además de todo lo anterior, y ante la imposibilidad de resumir un tema de creciente complejidad, con algoritmos cambiantes en cuestión de meses, citar tan sólo y como ejemplos adicionales que ya es posible determinar en sangre la presencia de células tumorales y DNA circulante, lo que implicará una mejor orientación pronóstico/terapéutica, o que se está en disposición de poder preservar más y mejor la futura fertilidad en mujeres jóvenes que deban recibir quimioterapia y pudieran desear un posterior embarazo. Progresar, escribía el recientemente fallecido Jorge Wagensberg, es ganar independencia respecto a la incertidumbre, y es lo que se está consiguiendo respecto a los cánceres de mama y su evolución: mejor pronóstico año tras año, lo que incorpora al próximo día mundial un pálpito creciente de optimismo.

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