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Las encuestas y los futuros pactos

El nuevo director del CIS -el Centro de Investigaciones Sociológicas, no confundir con el CSIC ni con el CSI·F ni con el antiguo CSID€ ¡los líos de los acrónimos españoles! Decía que el recién nombrado jefe del organismo encargado de realizar las encuestas políticas y sociológicas oficiales de este país, José Félix Tezanos, no es un don nadie por más que aparezca como un intelectual de parte, o sea, de cámara del actual presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, quien lo ha rescatado de sus cátedras y universidades para devolverle a la primera línea de la política, donde brilló en su momento como uno de los teóricos de cabecera del llamado guerrismo.

Tezanos cuenta con un curriculum solvente, nada de másteres de tómbola ni arreglitos de trabajos y doctorados ful. Este sociólogo tardomarxista, experto en estratificación social, ha llegado al CIS para provocar toda una revolución. Sabedor de que el resultado de las encuestas preelectorales funciona a modo de profecía autocumplida, pues como es bien conocido el voto útil o el voto hacia el hipotético ganador actúan como un imán para los indecisos, ha modificado la metodología de los sondeos -hasta dos veces lo ha hecho- pronosticando unos resultados que ofrecen una victoria cómoda del actual partido en el Gobierno monocolor, del PSOE, y ello en plena tormenta parlamentaria.

¿Y cómo es posible esto?, se preguntarán los lectores. ¿Cómo es posible sin que se arme un escándalo mayúsculo? Pues muy sencillo: porque las encuestas son humo y su resultante un cocinado especulativo donde caben diversas interpretaciones, todas ellas admisibles técnicamente. Y dado que las encuestas ayudan más a crear la realidad que a retratarla, seguimos todos dando patadas y hacia delante.

El caso del nuevo método de Tezanos consiste, básicamente, en cambiar el recuerdo de voto por la simpatía hacia un partido. El recuerdo de voto es útil para cocinar los resultados con un margen de error menor hacia los indecisos, mientras que en la simpatía apenas hay cocinado y gana valor el voto ya decidido. Puesto que los socialistas obtuvieron pocos votos en la anteriores legislativas pero ahora detectan el Gobierno, lo que les confiere mayor visibilidad, apuntalan mucho sus votos decididos y amplían el campo de indecisos de sus oponentes. Es decir, que les va de maravilla con el método Tezanos, tanto que casi mejoran 7 puntos con respecto a las encuestas tradicionales.

Comprenderán que con tanta sofisticación demoscópica, las imploraciones a la democracia como un mecanismo de pureza inmaculada resultan patéticas. Por ejemplo, el sonsonete argumentativo de los independentistas catalanes en pos de un referéndum como si el hecho de votar fuera un acto neutral, cuando en realidad está ampliamente neutralizado por una infinita red de capas influenciadoras que tratan de atraer el deseo del votante. Sigmund Freud le llamó a esto la libido.

Ahora, sin embargo, todo el complejo macropolítico se desarrolla a través de las redes sociales y sus influencers y stakeholders. Hubo en su día un gran avance estratégico con la irrupción de los nuevos laboristas de Tony Blair, quienes emplearon métodos de raíz psicoanalítica, las llamadas dinámicas de grupo, para auscultar los deseos de los electores. Y un paso de gigante lo dieron los asesores de Barack Obama con el empleo de las social media y el crowdfunding como mecanismo tanto de microfinanciación como de movilización de masas. Lo penúltimo fue desarrollado por Steve Bannon, delimitando el área de trabajo político de Donald Trump a las necesidades de los votantes más oscilantes de los Estados swing, los Estados bailarines en disputa o bisagras con más delegados a la hora de elegir al presidente de EE UU. De ahí que Trump venciera en delegados estatales y perdiera en votos totales ante Hillary Clinton. Bannon, por cierto, anda ahora por Europa vendiendo sus saberes a los nuevos populistas.

Lo ultimísimo, pues, es la magia demoscópica de Tezanos, cuyo laboratorio produce resultados justo en el momento en que aparece por València un nuevo actor político de la mano de Podemos, otro profesor, titular, esta vez de Derecho Constitucional, Rubén Martínez Dalmau, procedente por lo tanto de un ámbito académico menos instrumental y más teórico, donde muchas veces el análisis comparado deja paso al entusiasmo utópico, como al parecer es el caso de Dalmau, implicado en asesoramientos varios en países sudamericanos -Venezuela, Ecuador, Bolivia€- que han intentado procesos constituyentes de corte postrevolucionario e indigenista con desenlaces ciertamente alarmantes.

Pues bien, el futuro candidato a la Generalitat por Podemos en su primera comparecencia mediática ha armado un revuelo político al afirmar que su formación, llegado el caso, apoyará para la presidencia valenciana a la candidata de Compromís, Mónica Oltra, y no al del PSPV, sin importar el número de votos de cada candidatura. Obviamente, lo más sencillo en tal caso sería que Podemos se subsumiera electoralmente en Compromís, y de paso la ley d´Hondt les favorecería. Pero esa circunstancia parece difícil dadas las incompatibilidades diversas que se dan entre los partidos que fundaron la joint venture de Compromís y las propias circunstancias de Podemos, que también asocia consigo a otras formaciones dispares.

De momento, lo que ha conseguido Podemos es que los socialistas valencianos hayan puesto su vista en la otra vertiente, la que limita con Ciudadanos, cuyo candidato, Toni Cantó, parece cada día más dulcificado hacia esas nuevas fronteras, donde se ubican, precisamente, los ministros más valorados según el CIS: Duque, Marlaska y Borrell. Así que todos los pactos parecen posibles, incluido el de la nebulosa alcaldía de València, lo que corrobora también la última encuesta seria y valenciana que publicó este mismo periódico el pasado 9 d´Octubre. Merece la pena estudiarla con atención.

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