El 12 de octubre de 2018, como todos desde 1958 (en dictadura) y 1987 (en democracia), se ha celebrado el Día de la Hispanidad como Fiesta Nacional (desfile militar incluido), coincidiendo con la festividad de la Virgen del Pilar (Zaragoza), una de las patronas de España que compite por el trono con la de Guadalupe (Extremadura), que también es la de México.

El festejo militar-religioso en la fecha del azaroso-histórico desembarco de Cristóbal Colón y 88 marinos españoles a una isla que creían que era Cipango (Japón), habiendo partido 61 días antes del puerto de Palos (Huelva) en dos carabelas y una nao (La Santa María), es una muestra de la visión imperiofílica que, como la imperiofóbica, se ha venido tejiendo -por invasores e invadidos (competidores y pares)- desde hace 526 años, sobre el inicio, cenit y final del Imperio español, el primero global en la historia de la humanidad, desde el persa al norteamericano, pasando por el chino, el egipcio, el romano, el ruso, el inca o el azteca.

Cada vez que leo alguna de las 481 páginas (con 716 notas) de Imperiofobia y Leyenda negra, el libro escrito por María Elvira Roca Barea (Siruela, 2016), confirmo la necesidad de un texto que recoja las diferentes hispanofilias que, junto a las hispanofobias de origen indígena, anglosajón y catalán entre otros, han obstaculizado la construcción de un relato gris desprejuiciado sobre el descubrimiento o re-descubrimiento, conquista y colonia de los terrritorios que hoy se llaman América -antes Abya-Yala, Pachamama o Ñuke Mapu (Madre Tierra)-, que desmonte las leyendas negra, blanca, dorada o rosa difundidas sobre aquel complejo y contradictorio proceso histórico.

El pasado 12-O se revivieron la exaltación blanca religioso-militar del desfile armado y el besamanos real (despiste presidencial incluido); y el negacionismo negro del evento histórico colon-izador, pleno de hispanofobia e indigenismo victimista. Pablo Casado, presidente del Partido Popular, aventuró ligerezas comparativas de estirpe franquista, entre los imperios romano y español. Y, para rematar, Pablo Iglesias propuso, después de hablar con el mesurado Gabriel Rufián y para regocijo del laicismo local, pasar la Fiesta Nacional al 23 de abril, Día de Sant Jordi, como podría ser al 25 de julio, Día del apóstol Santiago. El secretario general de Podemos podría haber revisado su opinión sobre el 6 de diciembre (Día de la Constitución de 1978) pero ha preferido inaugurar la leyenda incolora dejando en el limbo la efémerides colombina, que se celebra en países iberoamericanos (excepto en Cuba, Brasil y Portugal) con los nombres de Día de la Raza (criolla); del Encuentro de dos Mundos; del Diálogo de Culturas o de la Resistencia Indígena.

Una de las tres propuestas enviadas a la Secretaria General Iberoamericana, Rebeca Grynspan, para la XXVI Cumbre que se celebrará en Antigua, Guatemala, el 15 y 16 de noviembre, es que el 12 de octubre se considere Día de Iberoamérica, como lo propuso la Junta de Festejos de Cádiz en 1909, como alternativa a la Fiesta Nacional planteada en 1892 (el IV Centenario) por la reina María Cristina. Después vino el Día de la Raza en Argentina (1917) y en España (1918), hasta el cambio que se indica en el primer párrafo.

La segunda propuesta es alentar un convenio colombo-español para el rescate del galeón San José como patrimonio de la humanidad, que pueda ser avalado por la Comunidad Iberoamericana. Y la tercera, es que ambos hechos propicien la construcción del relato gris sobre la historia común de los pueblos y territorios que hoy conforman Iberoamérica.

No es tarea fácil como se vió en los debates del V Centenario (1992), que algunos/as consideran cerrados con la condena a la España de ayer, hoy y mañana como invasora, genocida y depredadora. Pero si la tarea es colectiva y crítica, será sanadora y útil para todos/as en educación, desarrollo, innovación, cultura y solidaridad regional. Veremos sus avances (o no) en la XXVII Cumbre que se llevará a cabo en 2020 en Andorra y que, por lo tanto, además del español y el portugués tendrá como lengua oficial el catalán.