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Decadencia moral e hipocresía

Escribía el otro día Fernando Schwartz que la reacción de la Casa Blanca al asesinato por los saudíes del periodista Jamal Kashoggi revela "la decadencia moral de la Casa Blanca".

Yo diría más: la tolerancia de los gobiernos occidentales con un régimen como el de Riad, que en materia de religión y derechos humanos permanece anclado en la Edad Media, revela la más profunda hipocresía.

En cierto modo es menos hipócrita, con serlo y mucho, el presidente de Francia, Emmanuel Macron, cuando califica de "demagógicos" los llamamientos de algunos gobiernos europeos a detener ahora la venta de armas a los saudíes.

Y tiene razón cuando afirma que las sanciones deberían ser una respuesta conjunta de los europeos y no sólo en materia armamentística, aunque sabe perfectamente- y de ahí también su hipocresía- que esa unanimidad difícilmente va a producirse, tratándose de quien se trata.

Estados Unidos y sus aliados de la OTAN son tremendamente selectivos cuando se trata de castigar a países que atropellan diariamente los derechos humanos. Parecen actuar en muchos casos como Roosevelt cuando dijo del dictador nicaragüense Somoza: "Será un hijo de puta, pero es nuestro hijo de puta".

Por lo que se refiere a Arabia Saudí, los principales argumentos para no reaccionar con la máxima dureza contra un régimen tan absolutamente abominable son sus abundantes reservas de petróleo y su condición de aliado privilegiado de Occidente.

A lo que se suma, en el caso de Estados Unidos, la posibilidad real de aprovechar la hostilidad saudí hacia la otra gran potencia del Golfo, Irán, con la que los saudíes compiten por la hegemonía regional.

Del mismo modo que en su día, Washington apoyó con todo tipo de armamento al dictador iraquí Saddam Husein en su guerra de atrición contra Irán, es ahora el régimen de Riad el elegido frente a Teherán.

Tienen razón quienes denuncian que se haya tenido que esperar al truculento asesinato de un periodista conocido sobre todo en EEUU por sus críticas a la Casa Real saudí para percatarse de la brutalidad extrema del régimen saudí.

La pasividad tanto de Estados Unidos como de otros gobiernos occidentales frente a los crímenes cometidos por las Fuerzas Armadas de Arabia Saudí y sus aliados árabes en la larga y cruenta guerra civil del Yemen es algo que clama al cielo.

Como indignante es que gobiernos que ahora fingen rasgarse las vestiduras por el caso Kashoggi hayan estado vendiendo todo tipo de armas a un régimen que actúa con brutalidad no sólo contra su propia población, sino también contra los civiles de otros países.

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