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Pues a ver

No sabemos a qué personas asesinarán las bombas entregadas a Arabia Saudí ni nos importa, esa es la verdad. Vivimos enredados en un lío tal de dependencias mutuas, que lo normal es que proporcionemos a nuestros enemigos las pistolas con las que tarde o temprano vendrán a por nosotros. Pero mientras vienen o no, les suministramos las armas que nos permiten la creación de puestos de trabajo. Hubo una época en la que los puestos de trabajo se creaban. Ahora se compran, aunque sea a base vender fragatas de guerra: he ahí el lío. Me lo decía ayer mismo un taxista:

-Yo compré la licencia porque significaba comprar un puesto de trabajo, para no estar ocioso. Pero vivo con mis padres y le doy al banco todo lo que gano.

Hay páginas de internet donde se comercia, literalmente hablando, con empleos, como si los empleos pertenecieran al sector productos de consumo. Pero hay que tener dinero para hacerse con ellos. Tener dinero o traficar con armas, tú verás. Algunos excéntricos se preguntan qué papel juega en todo esto la ética. Ninguno, porque la ética es la parte más barata del espíritu, de manera que si usted desea aparentar que dispone de ella, no tiene más que adquirirla. La venden en los mercadillos de los sábados, junto a las bragas y los slips. Por cuatro céntimos puedes adquirir media docena de discursos éticos con los que justificar la venta de armas a una dictadura criminal al tiempo de mostrarte moralmente preocupado por lo que ello significa. El que queda mal es porque quiere o porque es un chapucero. Las cárceles están llenas de asesinos chapuceros que con frecuencia proceden de familias con pocos recursos económicos. A los asesinos con pasta les damos el Premio Nobel de la Paz, hay precedentes, de modo que hasta aquí hemos llegado. Punto y aparte.

La realidad es compleja, no podemos aplicar soluciones sencillas a problemas de gran envergadura, etcétera, etcétera. Hipócrita lector, mi semejante, mi hermano, si usted pudiera matar con el pensamiento, sin correr ningún riesgo, a alguien del que espera heredar una fortuna, qué haría. Defender los derechos humanos, claro, protegiendo a la vez sus intereses. Y sus intereses se encuentran en el testamento. Pues a ver, qué lástima.

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