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Ganas de acertar

Si rectificar es de sabios, en España debemos de estar acercándonos al nivel de los siete sabios de Grecia. «La moderación es lo mejor», «no desees lo imposible», «en la confianza está el peligro» y «sé previsor con todas las cosas» no son flores caídas del árbol de la New Age ni perlas que haya destilado la mente de un coach, sino algunos de los aforismos que acuñaron hace veinticinco siglos los susodichos sabios -varios de ellos políticos, por cierto-, que quedaron como referente en la tradición occidental. Así, a la luz de la sabiduría, la carrerita p´alante y p´atrás a lo Chiquito de la Calzada que ha caracterizado los primeros tiempos del gobierno de Pedro Sánchez no hay que interpretarla como una muestra de inconstancia, sino como un caso práctico del método ensayo-error-ensayo que avanza hacia la excelencia. Claro que otro de los siete sentenció: «Nada con exceso, todo con medida», y esto parece que no acaba de cuajar en el suelo patrio. Sobre todo, cuando el amago de rectificación no se reduce a cambiar a un alto cargo o a seguir vendiendo armas para evitar algaradas en los astilleros, sino que salta de ámbito y causa alarma social; hablo de la carambola tribunales-banca-gastos de hipoteca. Y es que, como ya dijo Pítaco de Mitilene, otro del grupo: «Debes saber escoger la oportunidad». Después de lo vivido en España en el plano económico y financiero durante los últimos años, y con la sensibilidad ciudadana a flor de piel, este nuevo, inesperado e inoportuno vaivén levanta ampollas. Veremos en qué queda todo.

La semana pasada, un estudio de la Fundación BBVA y el Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas basado en cinco indicadores del Banco Mundial -a su vez, síntesis de decenas de informes previos- brindó una conclusión muy interesante: si se controlara más la calidad institucional y se redujera la corrupción -terminar con ella es imposible-, en quince años España sumaría una media del 16 % a su PIB. En la lista de países nos adelantan no sólo los esperables -países nórdicos, Suiza, Alemania...-, sino también otros dos con los que hasta hace poco compartíamos liga: Irlanda y Portugal. Por si nos sirve de consuelo, Italia queda detrás. La corrupción es el gran punto negro de la calificación española, que además ha empeorado en este aspecto. Según los observadores, disminuye la confianza en los políticos, en los funcionarios y en los sistemas recaudatorio y judicial, y se sospecha que las élites y los intereses privados copan el Estado. La mejora en estos frentes incentivaría la inversión nacional y extranjera y el tejido empresarial, y, finalmente, redundaría en un aumento de riqueza. En euros, y grosso modo, supondría unos diez millones de euros anuales más para el país. Tras leer la noticia pensé en los rifirrafes y aspavientos cotidianos, llenos de humo y brindis al sol, de buena parte de nuestra clase política; en sus tiras y aflojas perennemente preelectorales, en sus declaraciones grandilocuentes y desaforadas. Cuánta energía desperdiciada, qué despilfarro de recursos, tan necesarios para el bien común.

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