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Lo ocurrido en Brasil y la teología de la liberación

No olvido la imagen del gran poeta y sacerdote nicaragüense Ernesto Cardenal escuchando arrodillado el rapapolvo que le echaba, señalándole con dedo acusador, el papa polaco, hoy convertido en santo por uno de sus sucesores.

Al igual que ´los brasileños Leonardo Boff o Hélder Cámara , el peruano Gustavo Gutiérrez , el español Jon Sobrino y tantos otros hombres de iglesia o educadores, el nicaragüense Cardenal estaba muy próximo a la llamada teología de la liberación.

Todos ellos conocían de cerca la dramática realidad de aquel continente, las enormes desigualdades, las injusticias, la secular opresión, el racismo cotidiano, los continuos atropellos de los derechos humanos en los países donde aquéllos ejercían su misión.

El papa Wojtyla venía de otra realidad, el comunismo polaco, y, profundamente conservador, era a todas luces incapaz de comprender aquella lucha liberadora que se inspiraba en el cristianismo original sin descuidar el marxismo como método de análisis.

Aquel pontífice, más preocupado por acabar con el comunismo que por cualquier otra cosa, contribuyó más que nadie a la disolución de las comunidades de base, tan próximas a la realidad social latinoamericana, y dejó así vía libre al avance del pentecostalismo de inspiración estadounidense en América Latina.

La obsesión de Wojtyla con aquella teología liberadora, que tuvo como consecuencia la marginación de muchos obispos progresistas y a la renuncia a sus hábitos de numerosos sacerdotes, explica en parte lo que viene ocurriendo en las últimas décadas en aquel continente.

Sin el auge espectacular de esas corrientes protestantes, ariete muchas veces del capitalismo más depredador, no se entiende lo sucedido en las últimas elecciones presidenciales brasileñas con el triunfo de Jair Bolsonaro, un oportunista sin escrúpulos que se hizo bautizar hace dos años, cual nuevo Mesías, en el río Jordán.

Aproximadamente un tercio de los más de 200 millones de habitantes del Brasil se calcula que son fieles de las iglesias evangélicas o neopentecostales, que se han pronunciado claramente a favor del ex militar, admirador de la pasada dictadura militar brasileña, primera de toda una serie en el cono Sur.

Naturalmente que su victoria se debe a otros muchos factores: los escándalos de corrupción en el Partido de los Trabajadores, la cotidiana violencia en aquel país, el apoyo brindado por los grandes latifundistas, el gran capital y de los principales medios de comunicación y también, como ocurrió con Trump en EEUU, el papel tóxico de las redes sociales.

Sin embargo, uno no puede evitar pensar que, si no se hubiera producido aquella pública reprimenda del papa polaco al humilde Ernesto Cardenal, con todo lo que más tarde ocurrió, hoy Brasil y otros países de América latina presentarían seguramente otra cara al mundo.

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