Las opiniones vertidas por el presidente Pedro Sánchez, en sede parlamentaria, calificando los hechos objeto del juicio contra los independentistas catalanes de no ajustarse a los requisitos del delito de rebelión, precisamente en el momento de la apertura del juicio oral por el juez instructor, tras las gestiones efectuadas por el secretario general de Podemos, Pablo Iglesias con el procesado en prisión Oriol Junqueras, podría considerarse una decisión gravemente atentatoria para la independencia judicial en nuestro Estado de Derecho.

Es cierto que antes había opinado lo contrario, es decir, que sí le parecía que la imputación de rebelión encajaba en los hechos que tuvieron lugar en Cataluña, precisamente ahora hace un año y que dieron lugar a que tanto él como su partido, apoyara la aplicación del artículo 155 de la Constitución, lo que, conlleva una clara actitud contradictoria, salvo que su modificación en cuanto a la calificación jurídica de los hechos, tuviera otro origen, no explicado, pero en todo caso, muy preocupante, a fin de despejar la duda sobre lo que podría entenderse como una inaceptable intromisión en el ejercicio exclusivo y excluyente de la función de jueces y tribunales en nuestro Estado de Derecho, que es la de juzgar y ejecutar lo juzgado. Y digo esto consciente de que la libertad de expresión existe para todos, incluido el presidente, pero es evidente que hay materias que a un presidente del Gobierno le están vedadas si de respetar la sacrosanta independencia judicial se trata, sin la cual no existe estado de derecho alguno digno de tal nombre.

Por tanto, si en realidad, la voluntad de Sánchez, es un intento de compatibilizar la Presidencia del Gobierno con la colaboración política con el conjunto de fuerzas independentistas, lanzadas a un sistemático quehacer de descrédito de las instituciones más representativas del Estado, en especial del Tribunal Supremo, debería, de inmediato, en su bien y en el de todos, convocar elecciones generales antes de que sea demasiado tarde. Su empecinamiento en colaborar con estos partidos antisistema sólo puede llevarnos a un callejón sin salida o a una salida muy poco deseable. ¡Elecciones ya, señor presidente!