Qué libres y desligados están los muertos. Al final de la vida, es curioso, hasta los enemigos nos tienen simpatía; es ver una esquela y nos volvemos místicos... ¿A qué sí? El dolor tiene la soberanía del silencio, por lo tanto, las afirmaciones no quieren decir nada. A veces, modesta opinión, creo que la muerte es tentativa de vencimiento. Sí, vence el hombre que vivió con lucidez, el que consideró breve la vida y la supo aprovechar, el que a pesar de ser acribillado a "balazos " resistió. El que supo mantener unidos a los suyos. Sí, vence el que exaltando su profesión perdió la vida en acto de servicio. La muerte son las últimas palabras de un corto ensayo que es la vida. Cuántas cosas elocuentes le podemos reprochar, ¿verdad?, pero creo firmemente que la muerte es el postre de la vida. La idea de faltar me acerca a la poesía, sí dignamente abandonaremos la multitud, y claro, en circunstancias normales seremos esencia expandida entre un testimonio de existencia. Un hito en el transcurrir del tiempo...

En el marco de la muerte, también se puede ver el macilento rostro de la hipocresía, no todo rostro enlutado es promesa de dolor, ni toda lágrima es pujanza de cariño. Ahora ya no se estilan las plañideras, sí eran mujeres que acudían a los entierros a llorar por encargo. La verdad sea dicha, muchas lágrimas son apetencia teatral. creo que los duelos y los quebrantos se viven para uno. Al reposar las emociones, el amor juega un papel importante, es el médium que nos une a los difuntos.