La meteorología ha sido una de las grandes protagonistas de los últimos meses en nuestro país. Desde finales de febrero, hemos tenido fenómenos y situaciones de lo más variada: la primavera destacó por la sucesión de borrascas atlánticas, que dejó lluvias excepcionales en el mes de marzo en el interior y mitad occidental, un gran alivio para esa zona tras la importante sequía que llevaban arrastrando. Después llegó el verano, y en este 2018 lo más destacable no ha sido el calor, sino las tormentas, especialmente en zonas de montaña e interior, provocando en algunos casos riadas súbitas. La excepción fue el litoral mediterráneo, donde las temperaturas fueron más altas respecto a la media, ya que no hay que olvidar que en el resto del país las temperaturas fueron muy suaves, salvo el paréntesis de la ola de calor de principios de agosto. En septiembre y octubre, ya en otoño, hemos tenido un poco de todo: calor, lluvias torrenciales, un huracán a las puertas de la Península Ibérica y una irrupción ártica.

Y ahora, en este comienzo de noviembre, en lo que respecta a la meteorología la noticia es que no hay noticia. Durante los próximos días vamos a tener una situación relativamente normal para el otoño: alternancia de días estables y más suaves, con otros en los que la inestabilidad y el fresco serán la nota dominante.

No hay que olvidar que nuestro país está en una encrucijada, a caballo entre dos continentes, dos cuerpos de agua de características muy distintas, es un punto de encuentro entre masas de aire totalmente diferentes, estamos bajo la influencia de la corriente en chorro, la orografía ibérica es muy compleja€Es habitual que se vayan sucediendo distintos de tiempo, aunque no de una forma tan extrema y continuada como las de los últimos meses. Y es que quizás haya que empezar a acostumbrase, ya que algunas previsiones climáticas prevén que lo que es raro hoy, pueda ser algo más normal dentro de unos años.