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Incapacidad para el diálogo

No somos los españoles, por desgracia, un pueblo de matices. Nos falta muchas veces capacidad para la transacción y el diálogo.

Gritamos demasiado porque creemos que es la única forma de imponer nuestro criterio y eso nos impide escuchar al otro. Sus razones no nos interesan lo más mínimo. Sólo valen las propias.

Basta con seguir ciertas tertulias políticas en la radio o la TV, donde pretende tener razón el que más grita, insulta e interrumpe continuamente a los demás.

Más de un programa de TV donde intervienen periodistas de distinta ideología parece, más que un debate de ideas como los que uno acostumbra a ver en otras partes, un vulgar combate de lucha libre en el que vale todo.

La simple objetividad es lo que allí menos allí : se trata en todo momento de demostrar la propia superioridad, de ridiculizar o humillar al contrario.

Uno tiene la impresión de que a los contertulios les pagan en realidad para eso: para que se ataquen entre sí y entretengan al personal, algo que siempre viene bien para los índices de audiencia y los ingresos publicitarios.

Por desgracia, esa incapacidad para la reflexión y el matiz, esa tendencia al chafarrinón y al tremendismo, es algo que afecta también a la prensa escrita, sobre todo la de Madrid, la más influyente, siempre tan centralista.

No han aprendido los responsables, ni falta parece que les hace, eso que siempre se enseña en las facultades de periodismo, pero que luego tan poco se practica: los hechos son sagrados, las opiniones son libres. Las informaciones se transforman en puros editoriales.

Todo gesto de diálogo con el independentismo catalán que pueda hacer el Gobierno - " ilegítimo" según nuestra derecha-, se califica inmediatamente en esos medios de "entrega" o "claudicación".

Cualquier intento de entender las razones de esa mitad aproximada de catalanes que quieren, equivocados o no, la independencia equivale a ceder al chantaje de unos "golpistas".

Frente al disparatado desafío independentista, sólo hay para ellos una respuesta posible: mano dura, que es lo único que allí parece que entienden.

Acusan a la izquierda de "criminal complicidad" con quienes quieren "romper" España, pero se niegan a ver que con su arrogante intransigencia no hacen sino echar más leña al fuego, y no sólo en Cataluña.

No les vendría mal a todos leer unas palabras pronunciadas en 1983 por el jurista y filósofo italiano Norberto Nobbio en defensa de la "mansedumbre" frente a la "arrogancia" como "opinión exagerada de los propios méritos ".

"El manso no abre nunca fuego, y cuando lo abren otros, no se deja quemar aunque no logre apagarlo. Atraviesa, sin quemarse, el fuego; las tempestades de los sentimientos, sin alterarse, manteniendo su sentido de la medida, su compostura, su disponibilidad".

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