Álvaro de Luna fue condestable de Castilla en el siglo XV, maestre de la Orden de Santiago y valido del rey Juan II, y tras una vida tan intensa como fascinante fue decapitado en la plaza Mayor de Valladolid (antes estuvo prisionero en el castillo de Portillo, una localidad vallisoletana que deben visitar por su castillo, sus piñones, sus ajos, sus vistas y sus calles). Pero hay otros Álvaros. Hace unos días nos ha dejado el actor Álvaro de Luna, condestable de Kirk Douglas y de Tony Curtis, a quienes dobló en «Espartaco»; maestre de la Orden de los Especialistas en «El coloso de Rodas» y valido de Sancho Gracia en la serie «Curro Jiménez», y tras una vida tan intensa como fascinante dedicada al cine y a la televisión murió con las botas de actor puestas sin perder ni un momento la cabeza.

No es del todo justo asociar a Álvaro de Luna con El Algarrobo, ese personaje que todos recordamos cuando pensamos en «Curro Jiménez», incluso más que el propio Curro y muchísimo más que El Estudiante. Pero así son las cosas. ¿Por qué? Por el mismo motivo por el que los que crecimos con los tebeos del Capitán Trueno o del Jabato recordamos con más cariño al entrañable Goliath y al barbudo Taurus que a Trueno, Jabato, Crispín o Fideo de Mileto. A la cultura popular le gustan los tríos (también le gustaban a Hegel, pero eso es otra historia). Y los tríos heroicos necesitan un contrapunto forzudo, alegre, comilón y fiestero que ponga en su sitio a tanto defensor de la justicia. Que sí, que a todos nos caen bien Curro Jiménez, el Capitán Trueno y El Jabato (y un poquito menos bien El Estudiante, Crispín y Fideo), pero si hay que ir a tomar unas cañas que nos den al Algarrobo, a Goliath y a Taurus. Álvaro de Luna nos alegró la vida muchas veces en el inolvidable «Estudio 1», y dio lustre a unas cuantas películas que, la verdad, podrían ser perfectamente olvidables. Pero Álvaro siempre será El Algarrobo, el bandolero calvorota, forzudo y sensible que cortaba el pan con esa navaja tan reconocible como el parche en el ojo de Goliath o el traje de troglodita de serie B que siempre lleva Taurus.

Nuestro Álvaro de Luna no fue condestable de Castilla, sino El Algarrobo. Por eso se fue con la cabeza en su sitio y nos dejó con el corazón roto.