En este camino de la vida por el que andamos, ideas, pensamientos y personas nos han ido dejando, se han ido, pero les debo su magisterio, les debo la capacidad de defender los valores en los que creo. Tres años milité en un partido marxista. Un día, el 28 de septiembre de 1979, abandoné esa tesis. Pero su objetivo -criticar el capitalismo y proclamar la creación de una sociedad sin clases e igualitaria- me sonaba bien y ha formado parte de mi formación y de mis valores.

Fue el 14 de febrero de 1996 cuando me quitaron del camino a Francisco Tomás y Valiente. Pero para mi, ha sido un ejemplo de lo ético, un modelo de compromiso Francisco Tomás y Valiente era, como diría Antonio Machado, un hombre bueno, «en el buen sentido de la palabra bueno€». Su recuerdo me hace ser mejor cada día.

Me enseñaron que ser socialista y ugetista eran las dos caras de la misma moneda. Entonces, para ser socialista tenías que ser ugetista. Pero en 1988 ya no era así. Eran monedas distintas con la misma cara, la de Pablo Iglesias.

También me ha dejado una enseñanza la lucha por la transformación de la sociedad, para establecerla sobre bases de justicia social, de igualdad y de solidaridad. Ideas y personas que han dejado huella en este largo camino de la vida.

El magisterio y la lealtad de Domingo López, un socialista de los barrios marítimos. La integridad, la amistad, la fidelidad del socialista Paco Carsí. La capacidad de lucha, la coherencia de Alfonso Goñi. La férrea voluntad, la capacidad de sufrimiento de Joan Ballester. La luz, el color, la permanente sonrisa roja, la capacidad de trabajo de Carmen Alborch. Cualidades de todos ellos y de tantos otros que he recibido como herencia y que debemos gestionar bien. Ideas y personas que nos han dejado por el camino.

Finalizando la década de los 70 me manifesté defendiendo el desmantelamiento de las bases extranjeras en España y la desnuclearización del Mediterráneo y en contra de la adhesión a la OTAN. Bueno, pues parece que fue un error. Aquel referéndum de 12 de marzo de 1986, contenía tres mandatos: la participación de España en la Alianza Atlántica no incluiría su incorporación a la estructura militar integrada; mantener la prohibición de instalar, almacenar o introducir armas nucleares en territorio español; y proceder a la reducción progresiva de la presencia militar de los Estados Unidos en España. Los tres han sido ampliamente incumplidos. Pero esta pérdida me ha enseñado el valor de las consultas y ha reforzado mi espíritu pacifista.

Ideas que me han dejado valores que sin duda dan sentido a mis pensamientos. Personas que se han ido y que ni quiero silenciar ni olvidar la herencia recibida. En este camino he perdido muchas cosas. No sé por qué, o sí, recuerdo aquella estrofa de Blas de Otero: «Si he perdido la vida, el tiempo, todo/lo que tiré como un anillo al agua/ si he perdido la voz en la maleza/me queda la palabra».

Me queda el socialismo y la palabra.