Allá por el año 2015 les hablé de Marcel-Henri Gaussen y su índice: un mes será seco cuando la precipitación quede por debajo del doble de la temperatura. En aquella ocasión, les describía la evolución de los meses secos a lo largo del año. Ahora, les explicaré la cuantificación de dichos meses, descripción que, lógicamente, corre paralela a la de la lluvia. Obviamente, menos meses secos favorecen unos totales pluviométricos en aumento. La ausencia de sequía se concentra fundamentalmente en el norte, motivado por el mayor flujo de borrascas y por las elevaciones montañosas. Buena muestra es que la Galicia menos elevada, las de las Rías Baixas, presenta uno o dos meses secos. O el caso del Bierzo, en León, con dos meses secos, rodeados de las siempre húmedas Sierras de Courel y Antares y los Montes de León. Otros sectores bañados por el efecto orográfico son las Sierras de la Demanda y Cebollera, y el Maestrazgo turolense. Hasta cinco meses secos se contabilizan en el fondo de la submeseta norte, que se incrementan a seis en sectores de la Depresión del Ebro, menos elevada y más oriental. Al sur de la Cordillera Central y de la Serranía de Cuenca, un extenso territorio alcanza los cinco meses secos. Con seis, encontramos el valle del Guadalquivir y zonas bajas andaluzas, y del sudeste. En este último sector la sequía puede llegar a abarcar siete u ocho meses. Para encontrar la España con una sequía completa, tenemos que subirnos en el alisio y buscar el auténtico desierto, en las islas orientales canarias. La sequedad se impone en el total del año en la mayor parte de Lanzarote y Fuerteventura. En Gran Canaria, se limita a la costa oriental y meridional. A occidente, con menor inversión térmica, las lluvias aumentan, especialmente en las islas más elevadas.