«Me temo que la reindustrialización valenciana es una quimera». «Hay que buscar una reindustrialización sin volver al siglo XX». Estas dos sentencias fueron pronunciadas por dos profesores de irrefutable prestigio en el campo de la economía: Jordi Palafox y Javier Quesada, respectivamente, en un reportaje que Jordi Cuenca publicó en Levante-EMV (16-12-2014). Ambas siguen siendo válidas transcurridos cuatro años. Se hablaba en un contexto en el que la agricultura tenía un peso en nuestro PIB del 2 %, la industria, el 16,7 y los servicios el 62,4 . Estructura que contrastaba con la de la década de los 70 del pasado siglo, cuando las publicaciones del entonces Banco de Bilbao arrojaban un 12,28 % para la agricultura, un 38,33 para la industria y un 49,38 para los servicios.

La Comunitat Valenciana había cambiado su estructura productiva y había dejado de ser industrial, perdiendo las ventajas que un peso de la misma tiene sobre el mayor auge económico, el desarrollo científico y tecnológico, la disminución de los costes de producción, olvidarse de una balanza comercial equilibrada y renunciar a un entrelazado entre industrias complementarias, potenciadora de sus sectores participes.

Ante esta situación cabe preguntarse si cabe alguna vía para recuperar el peso industrial, sin intentar reproducir modelos de los 70. Hay que reconocer que intentos los ha habido y no podemos dejar de mencionar la creación del Impiva allá por el año 1984 con el gobierno de Joan Lerma. Su papel fue relevante por su labor hacia los sectores que formaban los llamados clusters de entonces y que recorrían estas tierras de arriba a abajo. Estos clusters, nacidos como concepto en los 90 por Michael Porter analizaron las ventajas comparativas derivadas de la concentración de empresas del mismo sector.

Así, contábamos con el cerámico en las comarcas del norte, pasando por los transformados metálicos, la madera y mueble en comarcas alrededor de la ciudad de València, mantas en Ontinyent, textiles para el hogar en Alcoi, juguete en Ibi y Onil, mármol en Novelda, zapato en Elx y Elda, turrón en Xixona, alfombras en Crevillent€ Pero la realidad es muy distinta a esta estructura que, por la competencia de países más baratos en mano de obra y falta de innovación y diseño, han ido desapareciendo. Ahí volvemos a la cita de Quesada cuando nos hablaba de que no podremos buscar vías pensando en el pasado siglo. En la actualidad, tenemos una comunidad que es de servicios y en la que podemos hablar de «servitización» (Palafox en Levante-EMV, 20-3-2016)

Los servicios y el turismo se han convertido en la palanca dinamizadora de la Comunitat a la que, ciertamente, habrá que añadir determinadas empresas que existen con una fuerza grande en la cerámica, textil, mueble y, sobre todo, en la agroalimentaria, el único sector que, como tal, es pujante en la misma. A estos habrá que sumar las llamadas empresas «tractoras» (Quesada dixit) alrededor de Ford (anunciados recortes de producción dentro de un posible plan de restructuración a nivel europeo) o de Mercadona con su influencia en sus proveedores.

Una luz se abre con la llegada al Consell del Pacte del Botànic y el encargo del president Ximo Puig a persona tan cualificada y con experiencia como es Andrés García Reche para la puesta en marcha de la Agencia Valenciana de la Innovación, que no llega a funcionar hasta diciembre de 2017, quizás por las interferencias de un gobierno que basa su estructura en un mestizaje entre dos partidos y que resulta, en este como en otros campos, de una ineficiencia total y a revisar. Se pretende aunar los esfuerzos de la ciencia en todos los ámbitos (muy importante haber incluido la sanitaria), el Ivace, la patronal, sindicatos, Redit, universidades y el CSIC y trabajando junto con el IVF. Pero, ¿será suficiente para mantener un mínimo nivel de industrialización, si no superarlo en algo?

En mi opinión se ha de ir apostando por el apoyo y fomento de industrias con capacidad de arrastre, de forma selectiva y transparente y que sigan un modelo como el Club Colbert (ministro de finanzas de Luis XIV) en Francia, que agrupa a las 75 empresas del lujo galas y que, en su colaboración con la administración, están de acuerdo en apoyos selectivos y periódicos por pensar que el triunfo que se alcance por una repercutirá en toda la industria del lujo. Son los desarrollos en las nuevas tecnologías disruptivas de las que habla García Reche. «Sin ciencia no hay posibilidad de afrontar el futuro económico» dice. Confiemos en su buen hacer y principios directores para que le dejen apoyar a las empresas industriales que existen y no acabemos en una economía de la sevitización (Palafox dixit) y del turismo, que también deberá incrementar su valor añadido.