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La castañera, a petición de un padre

Momentos de la vida que tienen el color enfermizo de la nostalgia

Con los años, la visión de la vida va cambiando. Las ganas ya no nos hablan con tanta elocuencia. En conclusión: nos hacemos mayores. Es ilógico pensar que el paso del tiempo nos ignora. No, no lo hace. Es curioso, con buena fe nos acerca al enigma final y nunca se desprende de nuestra esencia. Sí, nos va transformando en dignos seres de cariño, y nos convierte en promesa de abuelos; ni un filósofo entendería tanto barullo... Me refiero a las múltiples dimensiones de nuestra existencia.

Hay momentos de la vida que son color enfermizo de nostalgia. Sí, las vivencias firmadas durante nuestra infancia, las mismas que son entonación y ensueño, muchos días nos ponen la vida patas arriba. ¿Recuerdan a las castañeras de antaño?

Me doy cuenta que la vida no da dos oportunidades. Sí, qué sola está la esquina de San Torcuato sin Transi, "la castañera". En noviembre, durante mi infancia, a pesar del frío, tenía el calor asegurado. Sorprende pensar que una castañera pudiera dar tanto...

Durante su vida, no pude darle la entonación adecuada a la vivencia. Claro, era una niña que muchas tardes dejaba a Cristo sentado en la capilla del colegio y se marchaba a comprar castañas. Hay muchas formas de leer el Evangelio, una de ellas era junto a Transi. A su lado el clima espiritual era perfecto. Sí, allí se asaban castañas, se atemperaba el frío, se miraba con romanticismo los cucuruchos de papel y se buscaba ansiosamente un hueco para estar junto a la lumbre... Qué tristeza me da buscar la mirada de Transi en la esquina de San Torcuato y no encontrarla. A veces, una ausencia tira de otras, y efectivamente no solo anhelo la figura de la castañera. En el profundo mundo del amor hay retratos de abuelos, armoniosos rostros de padres, serenidad expresiva de maestros y excelsas figuras de amigos. Todos pudimos abrazar a la casteñera, los que estamos y los que ya no están, siempre mantendré el respeto a tan excelsa figura...

Dicen que Haendel fue un emprendedor de su tiempo. Las castañeras también; se me antoja darle al recuerdo un afecto especial y ponerlo a disposición de la Sarabanda. La música tiene una inteligencia superior, es comprendida por todos, propongo avisar a los presentes y a los ausentes y sentarlos junto a un re menor.

Hay artículos que nacen de la petición de un padre. Hace un par de años escribí sobre la atmósfera de las castañeras, por lo visto, a mi padre le gustó mucho, hasta en agosto me ha dicho: "Tienes que volver a escribir sobre las castañas".

Determinando que entre la admiración duerme el cariño, aquí te dejo padre, un ventanal abierto al recuerdo. Sí, seguro que con tu esplendorosa visión creadora eres capaz de graduadar el fuego del Mangosto con una primera pincelada. Siempre he pensado que todas las inquietudes nacen de algo... Y sí, la escritura y la pintura, son detonante de color y fuerza expresiva. ¿Cómo es posible emocionarse tanto al final de un artículo? Ah, sí, me estoy haciendo mayor y en la vidriera de la madurez empiezo a ver el tiempo ajustado.

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