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El enano ha muerto

En Estados Unidos o Inglaterra uno se puede poner la sagrada bandera en la camiseta de tirantes y hasta en los calzoncillos. También puedes quemarla como acto de disidencia política. Quemar una bandera no es quemar una persona, que es lo grave, aunque algunos adictos al textil piensen lo contrario. Así pues, Dani Mateo puede sonarse los mocos con una bandera y mucho más dentro de un sketch humorístico en el que es imposible discernir las creencias concretas del cómico de la oportunidad de componer un personaje de una forma u otra. La ambigüedad es el salvoconducto del bufón, que no nos falten.

Comprendo que la sala Olympia de Valencia haya renunciado a traer a Dani Mateo (y sus compañeros). Un teatro privado no está obligado a inmolarse, porque haya una gente que va muy suelta, quizás transparente para el delegado del Gobierno, señor Fulgencio; una gente carlistona y rancia, que parece sacada del bazar de Teherán y que arremete contra todo lo que no entiende. El alcalde Joan Ribó hace bien al acoger a Mateo y los suyos. Mientras tanto, un juez -¿por qué ocultan su nombre?- ha sido condenado a pagarle una pasta a Irene Montero, la de Podemos, por dedicarle un poema ciertamente machista, no demasiado bueno y totalmente párvulo al lado de las cosas que se decían Lope, Góngora, Quevedo y Cervantes, pero que al menos expresa la civilidad de contar sílabas y buscar una consonante.

¿Se va a poder disfrutar de una película, un libro, una comedia o una copla sin que vengan a agriarnos los cojones tanta beata, feminista, vigilante de Twitter, inquisidor honorífico y pajillero de la indignación? Parece que no. No hay nada, absolutamente nada, más allá de la libertad, y hace treinta años había más que ahora, Albert Boadella convertía a la Moreneta en portera del Barça y un enano, entrevistado por Javier Gurruchaga y sorprendentemente parecido a Felipe González, fumaba puros en el estudio mientras desgranaba su programa en francés. El enano ha muerto, tal vez horrorizado ante las compactas filas de enemigos de la libertad.

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