Como le gusta decir a un viejo maestro, el periodismo es contraprodudente por naturaleza. Y el político, más, si me permite la apostilla. Nos pasamos las semanas denunciando la pujante crispación y la imposibilidad de acuerdos, y cuando se produce uno, nos parece fatal, un ultraje a las formas de la democracia. ¿No habíamos quedado que la nueva política era capacidad de pacto? Y ahora que PP, PSOE y Podemos (estos, con la boca chica) acuerdan algo, lo criticamos. Las asociaciones de jueces están indignadas porque los políticos les han hecho el trabajo y han elegido al presidente del Poder Judicial y el Supremo, pero la realidad es que ellos hubieran acabado eligiendo al mismo. Si toda la protesta es porque quieren mantener el paripé, mejor el silencio. La democracia es cuestión de formas, sí, pero sobre todo de acuerdos entre los representantes del pueblo. Otra cosa es que se deba abrir el debate para modificar el proceso de elección. De eso sí que hay que hablar -con tiempo- y pactar. Por cierto, ojalá que el principio de acuerdo sobre el Brexit fructifique. Por el bien común.
