En 1924, Eglantyne Jebb, fundadora de Save the Children, elaboró la Declaración de Ginebra, antecedente histórico a la actual Convención sobre los Derechos del Niño. Un tratado internacional que se aprobó el 20 de noviembre de 1989, que fue ratificado por Naciones Unidas y el primero que reúne los derechos civiles, políticos, económicos, sociales y culturales de todos los niños y niñas del mundo.

Por ello, queremos aprovechar este día en el que celebramos los derechos de la infancia para reflexionar sobre aquellos niños y niñas que están más lejos de ver cumplidos sus derechos. Existen tres colectivos que son especialmente vulnerables: la infancia que se encuentra en situación de pobreza, los niños y niñas que sufren violencia y aquellos que viajan completamente solos. Este es exactamente el caso de los menores que viajan por Centroamérica camino de una vida mejor, de una vida digna€ y, en definitiva, de una vida.

Se trata de niños y niñas que viven en países como El Salvador, Honduras o Guatemala, donde la violencia es equiparable a la de un conflicto armado. Estos países conforman una de las regiones más violentas e inseguras del mundo, países donde la pobreza extrema es una realidad para millones de niños y niñas, y donde las instituciones que deberían velar por el cumplimiento de sus derechos no tienen la capacidad suficiente para hacerlo.

Cada día, cientos de menores huyen con un único objetivo: llegar a Estados Unidos y cumplir sus sueños, pero los que consiguen llegar a la frontera chocan contra un muro de desprotección e indiferencia hacia la infancia. Una situación de auténtica desesperación.

Durante el camino se ven expuestos a las redes de tráfico, a la trata de personas, a los abusos sexuales€ a cualquier tipo de violencia contra la infancia posible. Y en el caso de las niñas, la dificultad es todavía mayor. ¿Te imaginas tener que elegir entre ser asesinada en tu país o ser violada en el camino hacia Estados Unidos? Este es el terrible dilema al que se enfrentan miles de niñas y adolescentes de estos países de Centroamérica cuando se embarcan en una de las rutas migratorias más peligrosas del mundo.

Es el caso de Jaquelín, una niña de 14 años de Honduras cuyo sueño era encontrarse en México con su hermana y, cuando llegó, ambas fueron violadas y acabó en un centro de detención para menores, a la espera para ser deportadas; o el caso de Gisela, de 11 años, que migró con su padrastro y acabo durante 9 días en una en una celda con muchos más niños y niñas. Historias que demuestran el peligro que corren estos menores cada día.

Por todo ello, hoy, cuando celebramos el aniversario del nacimiento de la Convención de los Derechos del Niño, desde Save the Children consideramos que es una inmejorable ocasión para reclamar una mejora en la situación de estos niños y niñas, auténtica infancia en peligro. Exigimos que se habiliten vías seguras en todos los países de tránsito y que se garantice la protección de los miles de menores que se ven obligados a migrar, con medidas que aseguren en todo momento el interés superior de estos niños y niñas, incluyendo el derecho a no ser separados de sus familias.

Sabemos con certeza que no cesarán los desplazamientos de los miles de niños y niñas que huyen de la violencia y la pobreza y, en muchos casos, completamente solos. Cuando tu vida corre peligro, no tienes otra alternativa que huir. Cuando no tienes vida, no te queda más remedio que buscarla en otra parte.