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La insufrible arrogancia del poder

Resulta insufrible la arrogancia que muestran los políticos y hasta los altos funcionarios norteamericanos a la hora de tratar incluso con sus supuestos aliados.

Estos días ha estado de gira por Europa la subsecretaria del Tesoro para cuestiones de terrorismo de ese país, Sigal Mandeker, con el objetivo de convencer a los europeos de la bondad de las sanciones de su país contra Irán.

Sanciones que afectan también a empresas y bancos de otros países, incluidos los europeos, que no podrán seguir haciendo negocios como hasta ahora en EEUU si no boicotean, como quieren Washington, a la República islámica.

El titular francés de Finanzas, Bruno Le Maire, se preguntó, después de que Washington anunciase esas sanciones "secundarias" contra empresas de terceros países, si los europeos querríamos seguir siendo "vasallos" de EEUU.

Pues parece que la amenaza de Washington ha surtido el efecto buscado, de creer a la alta funcionaria del Gobierno estadounidense, según la cual las empresas europeas han abandonado el Irán "en manada".

Las nuevas sanciones estadounidenses contra Irán, que entraron en vigor a comienzos de noviembre, serán, sostiene Mandelker, mucho más eficaces que el anterior embargo internacional.

Su claro objetivo es provocar el descontento entre los iraníes con su Gobierno y obligar a éste a negociar un nuevo acuerdo en los términos que dicte EEUU y que satisfagan de paso a sus dos principales aliados en la región: Israel y Arabia Saudí.

Al Gobierno de Donald Trump le traen evidentemente sin cuidado las dificultades que pueda sufrir la población iraní por culpa de unas sanciones que golpean duramente a la economía del país. Lo único que importa es conseguir que los ayatolas terminen doblando el espinazo.

De nada sirve que los aliados europeos consideren un hito histórico el acuerdo al que llegó en su día con Teherán la comunidad internacional, los EEUU de Barack Obama incluídos, y un monumental error la decisión de Trump de descolgarse del mismo.

"Estoy aquí para dejar clara nuestra determinación de hacer cumplir las sanciones", declaró en Berlín la subsecretaria del Tesoro con la misma soberbia con la que se porta a su vez en la ONU la embajadora de EEUU, Nikki Haley.

Antes se empleaban las cañoneras para torcer la voluntad de los Gobiernos. Ahora le basta a EEUU amenazar a todos con sanciones económicas. ¿Hasta cuándo seguirá soportando el resto del mundo ese vasallaje basado en el poder del dólar como principal moneda de reserva?

Pero la gira europea de la subsecretaria estadounidense del Tesoro tenía un segundo objetivo imperial: demostrar la voluntad de EEUU de sancionar también a las empresas europeas que participen en el proyecto de gasoducto germano-ruso Nordstream 2.

"Queremos que Europa no dependa de la energía rusa. Es una torpeza y no vamos a ceder en ese punto", declaró también en Berlín Mandelker. Por supuesto, EEUU se arroga el derecho de saber lo que le conviene a Europa.

Claro que a nadie se le oculta que lo que quiere sobre todo EEUU es venderles a los europeos su gas licuado. Igual que presiona a los aliados para que gasten más en defensa y compren sus armas. El negocio es el negocio, y, si es ignorante en todo lo demás, de vender al menos, Trump sabe más que nadie.

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