M argarita Salas, bioquímica y bióloga molecular, cumple 80 años de edad y casi 60 de dedicación a la ciencia. Felicitémosla por ambas cosas. Cumplir 80 años (hoy 30 de noviembre) y seguir trabajado con dedicación y provecho es razón suficiente para felicitar a cualquiera. Cumplir casi 60 años de trabajo científico es algo que pocas personas pueden acreditar y todavía menos, si son mujeres. Margarita Salas reúne ambos méritos.

De los muchos aprendizajes que podemos extraer de su vida me gustaría destacar dos. En primer lugar, la importancia de las y los mentores. Margarita, asturiana, conoció al también asturiano y Premio Nobel, Severo Ochoa en Gijón. Este supo ver su valía. La animó a hacer su tesis en biología molecular y una vez doctorada, irse a su laboratorio en la Universidad de Nueva York. Cosa que hizo de 1963 a 1967. Allí, Margarita Salas se centró en la lectura del código genético y a su regreso a España, con su equipo, patentó el fago phi29 que ha sido la patente española más rentable. La gran utilidad del virus bacteriófago phi29 consiste en que a partir de una porción minúscula de ADN se puede replicar millones de veces de forma rápida y barata lo que lo hace apropiado y casi imprescindible para cualquier investigación biotecnológica. Laboratorios del mundo entero lo utilizan.

El segundo aprendizaje al que me gustaría referirme es su determinación de seguir su línea de investigación y su trabajo, pese a las resistencias con las que se encontró por ser mujer. Sin duda, su brillantez y tenacidad la ayudaron. Su presencia como directora del laboratorio de Biología Molecular del CSIC-Universidad Autónoma de Madrid ha inspirado a muchas jóvenes investigadoras. Ella se siente muy orgullosa de las y los numerosos jóvenes que han trabajado en su laboratorio y que hoy ocupan puestos de gran relevancia en instituciones españolas e internacionales.

Hay un tercer elemento, propio de Margarita Salas y de otras mujeres prominentes (no tanto de hombres) que también vale la pena destacar. Es el reconocimiento al papel desempeñado por su marido en su carrera. La profesora Salas, siempre que tiene ocasión, reconoce y agradece a su marido, Eladio Viñuela -con quien venía trabajando conjuntamente desde sus respectivas tesis doctorales- que, en un determinado momento, renunciara a la línea de investigación común y abriera una nueva, para que Margarita dejara de ser sólo, la mujer de Eladio y pudiera brillar por sus propios méritos.

Entre los muchos reconocimientos que Margarita Salas ha recibido mencionaré sólo que es miembro de dos Reales Academias, de la de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales y de la Lengua Española y que ha sido también doblemente galardonada en nuestra Comunidad Autónoma: ha recibido en 1994 el Premio Rey Jaime I de Ciencias Básicas y en 2002 el Premio Isabel Ferrer de la Generalitat Valenciana.

Margarita Salas es optimista y cree que en pocos años las mujeres científicas ocuparán el lugar que les corresponda por su saber y su trabajo, de lo que se deduce que, en su opinión y experiencia, hoy no son reconocidas como se debiera.