Se llama Pepe Durá y hace 12 años, al frente del pesquero Francisco y Catalina de Santa Pola, salvó de una muerte casi segura a 50 inmigrantes que fueron localizados frente a la costa de Malta sin que nadie se hiciera responsable. Ahora es su hijo Pascual quien, sin llegar a la treintena de edad y al frente de Nuestra Madre Loreto da refugio junto a su tripulación a 13 personas de las que casi todos -con el Gobierno español a la cabeza- se despreocupan vomitivamente, dejándolas a la deriva en las mismas puertas del infierno libio. La Generalitat se ha ofrecido a acogerles al igual que hizo con el Aquarius, pero un ejecutivo de Pedro Sánchez y una Unión Europea timoratos insisten en tapar estas 13 vidas bajo un alud de grises normativas internacionales a ver si pasan los días y hacemos como que no están. Pero están. Ellos y los marineros de Nuestra Madre Loreto, que cada vez tienen menos pan para comer pero mucha más honra que todos aquellos que cada hora que pasa les abandonan una milla más, un posado más, una declaración más. Confiemos en que al final se imponga la humanidad y el sentido común y Pascual pueda volver como volvió su padre hace 12 años a Santa Pola: sobrado de dignidad.
