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Con gusto

Patos y hombres

El debate Agua y Futuro que convocó Levante-EMV y patrocinó el grupo Gimeno dejó dos cosas claras: que aún nos queda mucho por hacer para conseguir que el uso del agua responda a una lógica circular -es decir, que no dañemos su capacidad para regenerarse indefinidamente y que nuestra intervención, respetuosa, vaya sólo en el sentido de acelerar el proceso- y que la politización en el peor sentido -política de campanario y de agravio, concesiones de tahúr que entrega el mismo caudal a dos beneficiarios distintos, prioridad de la captación de recursos sobre su depuración y aprovechamiento, retraso y mal uso (ahora enmendado, en parte) de las depuradoras, etc.., esa politización, digo, nos dejó desasistidos de nosotros mismos y desfasados.

Hubo, en concreto y si no oí mal, una intervención del presidente del la CHJ que, al menos a mí, me sonaba de la vieja escuela: «el agua residual se reutiliza allí donde no hay más remedio». Pues el caso es que no hay ni habrá más remedio y se trata, pues, de no emporcarla de una vez o por acumulación. Dicho sea con todos los respetos a esto y aquello. Y el Júcar, sin caudal ecológico.

Las intervenciones de los ingenieros Enrique Cabrera, Fernando Morcillo y José Claramonte fueron un generosa avalancha de conocimientos. Depurar cuesta al año menos de lo que consumen nuestros equipos electrónicos en posición de reposo. Todos ellos defendieron, una autoridad supramunicipal que haga posible una verdadera economía circular del agua sin acaparamientos ni alcaldadas (por cierto, el criterio debería extenderse, digo, a las cuestiones de urbanismo e infraestructura vial).

Se habló mucho del trabajo de mediación, de lobby, que pueden desarrollar nuestros eurodiputados para suavizar la aplicación de una norma «muy estricta» y «pensada para la protección del medio ambiente». Si es para flexibilizar los plazos o para reclamar ayudas dado el horizonte mediterráneo de escasez, de acuerdo, y si está pensada «para proteger el medio ambiente», mejor. Se trata de nosotros mismos: malo para el pato, malo para el hombre.

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