"En mi colegio no saben nada del VIH. Hay mucha ignorancia en la facultad sobre este tema. El VIH está muy presente en mi profesión; algunos no quieren atenderlos, si pueden no lo hacen”. Estas confesiones pertenecen a un niño, un universitario y un sanitario, participantes en la recién lanzada campaña “¿Te incluyes?”. El virus de inmunodeficiencia humana, convertido en pandemia durante el siglo pasado, sigue estigmatizando a las personas infectadas, casi cuarenta millones en un planeta con cerca de ocho mil millones de habitantes. El siquiatra sevillano, creador del proyecto Ayuda (Project HELP), de servicio a afectados con enfermedades mentales graves y sin techo, Luis Rojas Marcos escribía en mil novecientos noventa: “el sida es un reto porque prueba nuestra tolerancia hacia el sufrimiento humano y nos pone en contacto con nuestros prejuicios y fobias sociales”, (Latidos de Fin de Siglo). El Comité Antisida de Valencia hizo un buen trabajo a la hora de convocar al público en la sala de proyecciones de L´Octubre CCC (Centre de Cultura Contemporània), aquello era un hervidero de público diverso: jóvenes, mayores, representantes institucionales, funcionarios del cuerpo de policía, bomberos, artistas, y hasta familias se sumaron a la presentación de la “Red de Personas Inclusivas”. En el escenario sendos atriles y, tras uno de los micros, Carmen Godino, nueva presidenta del Comité Antisida valenciano, que abrió el turno de intervenciones poniendo en valor la imprescindible figura del voluntariado: “Una experiencia de vida”.

¿A qué esperan las y los responsables para normalizar la educación escolar respecto al VIH? y ¿qué mentes pueden empeñarse en mensajes apocalípticos, de culpa y castigo divino, ante enfermedades y desdichas? Ciertas posturas y credos sustentan la hipocresía, “Muchos sacerdotes viven atormentados por una homosexualidad que no pueden reprimir, ni controlar, ni expresar abiertamente, con lo que acaban protagonizando historias escabrosas”, (La vida sexual del clero, Pepe Rodríguez). Hay que analizar con detenimiento quienes alardean de una serofobia excluyente y a qué intereses se aferran. ¿Continúa la humanidad anclada en la remota época en la que la peste o la lepra marcaban a cualquier afectado, sobre todo si no era persona de bienes? José de Lamo Pastor, director general de la Agencia Valenciana de Igualdad en la Diversidad y anterior responsable de Comunicación de Lambda (lesbianas, gays, transexuales y bisexuales), cuestionaba ante la audiencia:”¿Estamos haciendo algo por luchar contra el estigma?”. Posturas fanáticas, de toda manera incomprensibles en el siglo de la tecnología y el viaje a Marte, ante cualquier clase de intervención preventiva que cuestione sus cánones, tal como el reparto de jeringuillas para evitar la transmisión del VIH entre la población adicta o el uso de preservativos para las relaciones sexuales, despotrican. “Albino (Abel Pascual Albino, médico pediatra argentino, miembro del Opus Dei) dijo que el preservativo no protege porque “el virus del sida atraviesa la porcelana”, (www.perfil.com”, 25/07/2018). Exclusión, miedo, desinformación educativa, sectarismos, politiqueos, negocios son procederes empleados ante el VIH. El misionero italiano Aldo Marchesi, destinado en Mozambique, portador del VIH, rompió esas barreras, “Pensé que contar mi historia personal, mostrando que es posible vivir con VIH tomando la terapia antirretroviral, podía ser útil, o por lo menos serviría para acabar con la espiral de silencio”, (“portaluz.org”, 14/11/2014).

Escudriñando en la antropología, el naturalista y escritor alemán Herbert Wend escribió: “Desde que el hombre empezó a pensar y a elevarse por encima de las otras criaturas. Reglamentó su vida sexual, trató, mediante numerosos tabús y preceptos morales, de restringir esta vida sexual, llevado del deseo de dominar esta omnipotente energía natural y quizá al fin llegar a vencerla. El hombre no es la medida ni el medidor de todas las cosas, sino únicamente un fragmento de la naturaleza, “más bestial que cualquier bestia”, como leemos en el Fausto de Goethe”, (La vida sexual de los animales). ¡Dejemos ya de estigmatizar!

En la campaña “#me incluyo” las nuevas tecnologías se transforman en cooperante necesario para engrosar la red de personas que comparten una sociedad libre y respetuosa, pilar sustentador del verdadero avance. “Las personas con VIH que toman un tratamiento antirretroviral y tienen carga viral indetectable no transmiten el VIH”, este es el mensaje informativo lanzado por el Comité Ciudadano Antisida y la Coordinadora Asociaciones VIH Sida (CALCSICOVA). Amistades, vecindario, familiares, ricos, pobres, conviven con el VIH compartiendo cotidianidad y cercanía en completa integración, mientras que en ciertos entornos se mantiene la marginación social. Luisa Llorca, fotógrafa, vestida de negro con medias verdes y botines floreados, al ponerse tras el micrófono transmitió, elocuentemente, toda la fascinación que le insufló el proyecto de realización del cartel de la campaña “¿Te incluyes?”, enfrascándose durante un par de años en contactar con las personas que se fotografiarían; “No sabemos decir no a nada y empezamos a formar una agenda que se desbordó”. Un centenar de personas posaron. “Muchas personas habéis fomentado un modelo de inclusión, compartís un lenguaje común, las redes lo multiplicará; este proyecto es transnacional y formamos parte del antídoto contra la exclusión de las personas con VIH”.

Todo estigma se alimenta del atraso. En el siglo dieciséis “los hospitales a las afueras de la ciudad (como en Madrid el Hospital General, erigido en la década de 1590, más tarde remodelado por Carlos III y finalmente convertido en centro cultural y museo de ar6te contemporáneo: Centro de Arte Reina Sofía) se transforman en las cárceles de los apestados, a las que sólo llegan abnegados médicos, cirujanos o barberos para preocuparse por su salud”, escribe Alfredo Alvar E. en un ensayo de investigación sobre “Las ciudades españolas” en el siglo del Barroco.

José Canales, coordinador del Comité Ciudadano Antisida, interviniendo con léxico en femenino exhortaba a: “Hacer esta campaña (subvencionada por la Generalitat) viral”. Siete millones de personas en nuestro país son portadores del VIH, ahora, por fin, algunos puestos laborales adscritos al funcionariado estarán a su alcance, ya que las personas con VIH pueden ser policías Locales en la Comunidad Valenciana. Vivienda, tratamientos médicos y psicológicos, socialización, fomento de las aptitudes culturales, acceso al mundo laboral, integración plena y normalización de las personas con VIH. En tales empeños lucha la joven periodista Pilar Devesa, creadora del proyecto transmedia VIHda y, responsable de “M´incloc”, la neonata campaña, Devesa aseveraba: “Sois agentes multiplicadores; podéis enviarnos vuestras fotos, las costumizamos y después las difundís por vuestras redes”.

En palabras de la escritora feminista Carmen Alborch, rememorada en el evento: “Hasta el último suspìro”, esa es la entrega.